100 – EL HOMBRE CONDENADO

El hombre condenadoLos hijos de condenación (XCII) – Sodoma y Gomorra

Y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados… (2 Pedro 2:6,7)

         Antes del nacimiento de Isaac, Jacob y Esaú nos encontramos en la Escritura con el sobrino de Abram. El padre de la fe salió de Harán y Lot fue con él a la tierra de la promesa. Durante un tiempo caminaron juntos, pero la prosperidad de ambos hizo necesaria la separación para que pudieran abastecer a sus respectivos ganados. Hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot. Abram dio a escoger a su sobrino la tierra que prefería, y éste viendo la llanura del Jordán,  fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Más los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra YHVH en gran manera.

Lot se fue introduciendo en unas ciudades atestadas de impiedad. Su alma se afligía viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos, y el Señor le libró de tentación y la destrucción que había determinado sobre aquellas ciudades. El relato lo tenemos en el libro de Génesis con detalle.

El apóstol Pedro nos dice con claridad que esas ciudades fueron puestas de ejemplo para todas las ciudades que habían de vivir impíamente. El Señor condenó a Sodoma y las ciudades vecinas. Fueron arrasadas por fuego que cayó del cielo. Solo se libró Lot y su familia, aunque poco después su mujer quedó convertida en estatua de sal porque su corazón estaba atrapado con las formas de vida destinadas a condenación.

Jesús nos dice que la forma de vivir en Sodoma es semejante a la que precede a su venida. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos (Lc.17:28-30).

El modelo de vida es muy parecido al de la mayoría de las ciudades en la actualidad: llenas de disipación, hedonismo, consumismo, violencia, corrupción y seguimos creyendo que las consecuencias serán distintas. Dios no cambia. Esas ciudades fueron puestas como ejemplo, y la historia de la ciudad de Pompeya, la caída de los imperios de los que no han quedado más que piedras (Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma) muestran que la decadencia de los pueblos atrae el juicio de Dios, pero los justos serán librados.

         Ignorar la condenación destinada sobre ciudades impías y sus habitantes no anulará el decreto de Dios. Hay una puerta de salida: la cruz del Calvario.

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