249 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los Hechos (III) – El rey juzgará al mundo

Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quién designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos (Hechos 17:31)

         El libro de los Hechos es un desarrollo trepidante de como el evangelio del reino de Dios se extendió rápidamente desde Jerusalén a las naciones después que los apóstoles fueran llenos del Espíritu Santo el día de Pentecostés. Una nueva realidad espiritual se apoderó de los testigos de su resurrección. El Mesías había sido entronizado en el cielo. Dios le había hecho Señor y Cristo (Mesías); por tanto, era necesario darlo a conocer, comenzando en Jerusalén y a Israel. Y desde allí se extendió por toda la cuenca mediterránea llegando a Europa.

La fuerza del mensaje radicaba en el nombre de Jesús, Yeshúa para los judíos. En este nombre se anuncia perdón de pecados, salvación y señorío en el corazón de todos aquellos que le invocan. Precisamente este título −Señor− fue el que se usó de manera continua en la predicación de los apóstoles. Jesús es Señor y Mesías. Ha resucitado de entre los muertos. Ha sido entronizado en el cielo. Y desde aquel lugar gobierna como cabeza de la congregación que se extiende en la tierra por todas las naciones.

Los discípulos predicaban su nombre y su reino (19:8; 20:25; 28:23,31). Sabían que éste Jesús, a quién habían crucificado, Dios le había hecho Señor y Mesías. El Mesías anunciado por los profetas había venido en la persona de Jesús de Nazaret a quien ellos proclamaban con gran autoridad (9:22; 18:28). Además usaron el título de rey (17:7) y justo (7:52 y 22:14). Una conexión inequívoca con la palabra anunciada a David, que de su descendencia se levantaría uno que sería heredero de su trono y reinaría con justicia en la tierra.

Este mensaje era claro en la predicación de los apóstoles y los discípulos del siglo I. En su predicación a los griegos de Atenas el apóstol Pablo fue claro anunciando al varón que juzgaría al mundo con justicia, cuya prueba irrefutable era haber sido levantado de los muertos. Había vencido la muerte y volvería para reinar y juzgar con justicia. Un mensaje claramente mesiánico sustentado en los profetas de Israel (Is.11:1-5 y Miq.4:1-3); que también anunció proféticamente el rey David en sus palabras finales: El Dios de Israel ha dicho… habrá un justo que gobierne entre los hombres (2 Sam.23:3).

Los apóstoles no espiritualizaron el mensaje, la iglesia posterior sí lo ha hecho alejándose del anuncio de los profetas. El libro de Hechos termina con la predicación del reino y el nombre del Señor y Rey (28:23,31).

         Un día, el Mesías hijo de David volverá para juzgar al mundo con justicia.

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