Cómo Afrontar una decadencia encubierta (6)
Virgilio Zaballos.
RESPUESTAS.
2. Los días decadentes del profeta Habacuc
Habacuc fue contemporáneo del profeta Jeremías. La síntesis de su mensaje gira en torno a una serie de preguntas que hace delante del Señor ante la situación de decadencia predominante en forma de dominio de los impíos sobre los justos. El tema central del libro viene a ser paralelo con el Salmo 73 acerca de la aflicción del justo y la prosperidad de los impíos.
El proceso del libro es un desarrollo ascendente hasta su conclusión final.
- La queja del profeta. ¿Hasta cuándo, oh YHVH, clamaré, y no oirás? (1:2). ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia?… Destrucción y violencia… pleito y contienda… la ley es debilitada… el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia (1:3,4).
- La perplejidad de Habacuc. Al saber que el instrumento de la ira de Dios sobre su pueblo eran los babilonios. Nación cruel y presurosa… el terror va delante de ella y recogerá cautivos como arena… Luego pasará como el huracán, y ofenderá atribuyendo su fuerza a su dios (1:5-11). Hay un paralelismo asombroso con el islam radical de nuestros días.
- La protesta del profeta (1:13-17). El profeta argumenta delante de Dios en su oración: ¿Por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él, y haces que sean los hombres… como reptiles que no tienen quien los gobierne? Llena de perplejidad ver el paralelismo con muchos de los gobernantes necios, infantiles y malvados de muchas naciones en nuestros días.
- Habacuc en su puesto de guardia para oír (2:1-4). Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; velaré para ver lo que El me dice, y que he de responder cuando sea reprendido (2:1 LBLA). Y la respuesta fue sorprendente. Podemos dividirla en cuatro partes: Escribe la visión… Declárala… Espérala (perseverancia)… Mas el justo por su fe vivirá. Vivir por fe.
- Los cinco ayes del profeta (2:6-20). En síntesis podemos dividirlos de la siguiente manera: Corrupción (2:6-8). Codicia para oprimir (2:9-11). Violencia e iniquidad (2:12-14). Alcohol y drogas (2:15-18). Idolatría (2:19). Para concluir con el dominio y la soberanía de Dios: YHVH está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra (2:20).
- La oración de Habacuc (3:1-19). El tono de su oración fue ferviente, en tono de Sigionot (canto vehemente). Veamos un resumen de su oración en medio de la decadencia en la que vivía la sociedad de Habacuc. Recordemos que era contemporáneo de Jeremías.
- He oído tu palabra y temí… Aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia… El temor del profeta se sustenta sobre el conocimiento que tiene de las consecuencias de la ira de Dios sobre una nación o generación. Por ello clama: en la ira, acuérdate de tener compasión (LBLA). Esa es la misión de un intercesor, detener la ira de Dios, aplazar el juicio o desviarlo.
- Con ira hollaste la tierra, con furor trillaste las naciones (3:12). La soberbia del hombre atrae la ira de Dios. Hoy vivimos en esos tiempos. La arrogancia humana se ha extralimitado indignando a Dios. Veamos ahora la postura del profeta ante hechos tan dramáticos.
- Oí. Y se estremecieron mis entrañas… y tiemblo donde estoy. Tranquilo espero el día de la angustia, al pueblo que se levantará para invadirnos (3:16 LBLA). En tales circunstancias Habacuc está tranquilo. Ha orado. Conoce la voluntad de Dios sobre el pecado. Acepta la situación con plena confianza en la misericordia de Dios en días tan malos: Aunque la higuera no florezca… y los campos no produzcan alimentos. Es decir: Aunque haya crisis económica y cierren muchas empresas, a pesar de los gobernantes corruptos y llenos de soberbia…
- Con todo yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en el Dios de mi salvación. El Señor Dios es mi fortaleza; El ha hecho mis pies como los de las ciervas, y por las alturas me hace caminar (3:17-19 LBLA).
Impresionante. Gozo, salvación, fortaleza y elevación interior sobre las circunstancias más adversas para superar una decadencia social insuperable. Nuestra esperanza está en Dios. La queja, perplejidad y protesta de Habacuc le llevó a ocupar su puesto de guardia desde donde poder oír la respuesta del Señor en unas circunstancias muy difíciles.
Post Scriptum
También la sociedad del profeta Habacuc es objeto de la ira de Dios (Jer.7:29), puesto que ambos profetas eran contemporáneos. Aquella generación había traspasado todos los límites de la paciencia de Dios. El vaso estaba lleno y rebosante, por tanto, el Señor dijo: Derramé mi ira sobre ellos por la sangre que derramaron sobre la tierra; porque sus ídolos la contaminaron (Ez.36:18). Llegó el tiempo de ajustar cuentas con su pueblo. Habían sido advertidos ampliamente en la Torah. En el libro de Deuteronomio quedó registrado con claridad el cántico de Moisés (Dt.32) en el cual se reflejaban las consecuencias de abandonar el pacto establecido.
El apóstol Pedro escribió: es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios (1 Pedro 4:17). Y si en primer lugar comienza por el pueblo de Dios ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen el evangelio? En otras palabras. Si Dios juzgó al Israel antiguo con severidad ¿qué nos hace pensar que las demás naciones escaparán a similares consecuencias? La soberbia nos ciega. Pensando que podemos vivir como si Dios no existiera y ninguna de nuestras injusticias serán traídas a juicio.
El profeta Habacuc supo que el juicio era inminente, por lo cual, conociendo la obra de Dios pidió que fuera avivada —en este caso nada tiene que ver con lo que entendemos nosotros por avivamiento, interpretado este texto erróneamente la mayoría de las veces— conociendo la justicia de su justo juicio, por eso dice al inicio de su oración: he oído tu palabra y temí (Hab.3:2). ¿Qué palabra había oído el profeta? La palabra del juicio que se avecinaba con prontitud.
Conociendo, pues, el temor de Dios, persuadimos a los hombres (2 Co.5:11), sabiendo que su palabra no puede ser quebrantada. Habacuc supo que el juicio era inminente, por lo cual apeló una vez más al carácter de Dios orando: en la ira, acuérdate de tener compasión (Hab.3:2 LBLA). Este es también mi clamor por nuestra generación que vive frente al abismo del justo juicio de Dios: Padre, en la ira, acuérdate de tener compasión. Amén.
Continuará…
RESPUESTA (3): Indiferencia en tiempos del profeta Malaquías