En la Cartas (II) – Romanos (2)
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos, que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad (Romanos 11:25,26)
Después de hacer la mejor y más amplia exposición del evangelio que tenemos en las Escrituras en los ocho primeros capítulos de su carta a los romanos, el apóstol de los gentiles regresa al misterio de Israel en los siguientes tres capítulos. Allí volvemos a encontrarnos con la herencia hebrea de la fe que hemos recibido las demás naciones mediante el Mesías.
Pablo es claro. No debemos ignorar el misterio que está exponiendo, porque al hacerlo entraremos en arrogancia, que es exactamente lo que ha ocurrido en buena parte de la Historia de la iglesia. Una arrogancia que impide la revelación. La altivez de espíritu, cuyo exponente clásico es el orgullo espiritual fundado en una supuesta superioridad doctrinal, conduce inexorablemente a la ceguera; una ceguera nociva en extremo puesto que nos lleva a una creencia falsa en la certeza de estar defendiendo la verdad. Es el fundamento de toda obstinación religiosa que se levanta contra el espíritu del evangelio y lleva a la confrontación continua.
El misterio que podemos ignorar y que conduce a la arrogancia mencionada es desconocer que el endurecimiento de Israel hacia el evangelio ha sido en parte, como dice el apóstol: en cuanto al evangelio, son enemigos… pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres (11:28). Ese endurecimiento tiene fecha de caducidad: hasta que entre la plenitud de los gentiles, y luego habrá un avivamiento espectacular en Israel de tal forma que todo Israel será salvo.
Podemos especular con esto, pero son las palabras del apóstol. Y para ratificar su argumento pone como base lo que está escrito en los profetas: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Ese advenimiento del Mesías limpia los pecados de Israel y los introduce en el pacto establecido, del cual ahora los gentiles somos beneficiarios, aunque fue hecho a Israel (Jer.31:31).
Misterio. Los gentiles que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia… mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó (9:30,31). Endurecimiento en parte hasta el tiempo establecido. Vendrá el Libertador y habrá salvación en Israel. Vivimos los tiempos de la restauración de todas las cosas. Oremos por Israel.
El Libertador viene de Sion, −Jerusalén−, por ello, es necesario que el pueblo de las promesas esté asentado en la tierra de su heredad.