GRATITUD Y ALABANZA (69) – Milagros y temores (2)

GRATITUD Y ALABANZA - 1LOS EVANGELIOS – Milagros y temores (2)

La gran cantidad de pesca capturada fue causa de que el temor se apoderase de él y de todos los que con el estaban (Lucas 5:9 RV2020).

Salimos de la sinagoga de Capernaum y entramos en la barca de Pedro con el Maestro. La multitud se había agolpado alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios (Lc.5:1) Observa una vez más. Vinieron para oír la palabra de Dios. No solo se acercaban impactados por los milagros, sino para oír. Como está escrito: todo hombre sea pronto para oír. La fe viene por el oír. Sin un buen oído no recibiremos nada. En la Escritura están conectados el oído y la obediencia. Cuando se dice que oían, ese oír está vinculado a la obediencia a su palabra, de lo contrario estamos ante una fe vana e improductiva.

Algunos de los apóstoles habían estado toda la noche bregando con la pesca y por la mañana regresaron frustrados con una barca vacía. En medio de semejante fracaso la voz del Señor los envía de nuevo a pescar, en este caso bogando mar adentro. Y al hacerlo confiados en su palabra subieron tal cantidad de peces que las redes se rompían. Cuando Pedro, experto pescador, vio lo sucedido, le invadió una convicción de pecado y suciedad tal vez por los sentimientos encontrados que mantuvo en su interior, luchando entre la realidad de su fracaso y el éxito de la obediencia a la palabra de Jesús. La consecuencia fue que el temor se apoderó de él, y no solo de él, sino también de todos los que con él estaban.

El temor paraliza. Jesús los liberó del temor para poder ser pescadores de hombres: No temas —le dijo— desde ahora serás pescador de hombres. Al poco tiempo, Jesús sanó a un paralitico, que llevado por cuatro amigos a la casa donde se encontraba, le dijo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Lo hizo, y al instante fue sanado de la parálisis. Y una vez más, dice el evangelio, todos, sobrecogidos de asombro, alababan a Dios y llenos de temor decían: Hoy hemos visto maravillas (Lc.5:26). El temor volvió en medio de un milagro. Las emociones de la gente eran confundidas frente el hecho evidente que estaban ante de un poder que no podían explicar. Eran religiosos, sin embargo, no estaban acostumbrados a una autoridad semejante de la palabra hablada.

Nuestra sociedad vive anegada en una palabrería, en algunos casos, insoportable, especialmente en los medios de comunicación y las redes sociales, que han diluido la fuerza de la palabra de verdad en un océano de mentiras. La confusión desatada durante los dos años de la llamada pandemia del covid, y el temor liberado irracionalmente, ha paralizado el razonamiento sensato y nos ha lanzado a una sicosis de consecuencias imprevisibles. La verdad, —la palabra de verdad—, siempre libera.

         El corazón del hombre es temeroso incluso en medio del poder de Dios.

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