Apostasía de la fe (1)
Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía… (2 Tesalonicenses 2:3)
En este capítulo de la segunda carta de Pablo a los tesalonicenses parece como si el autor quisiera enfriar la precipitación de algunos creyentes en aquel lugar que daban por hecho que el día del Señor era inminente. El apóstol nos da aquí uno de los discursos más detallados de los acontecimientos que tendrán lugar antes de la segunda venida del Mesías. Hay precedentes que revelan el tiempo de su venida. Ya hemos visto una amplia relación en esta serie, ahora quiero pararme en algunos más.
El autor comienza su disertación apelando a la cordura y el equilibro deseado que deben tener los hermanos de Tesalónica para que no se dejen mover fácilmente del modo de pensar; ni se turben en cuanto a que el día del Señor está cerca. En algunos casos esa perturbación venía a través de supuestas revelaciones, visiones o profecías, incluso había quienes apelaban a alguna carta del apóstol. Todo ello pone de manifiesto que desde el principio la expectativa del retorno del Señor fue un tema predominante en la iglesia primitiva. Lo vemos en diversos lugares de la Escritura. Pero una cosa es tener expectativa en su regreso y otra alterar el diario vivir con énfasis desmedidos que pueden llegar a perturbar la fe y descolocar a los hermanos. Por eso digo que Pablo parece enfriar las expectativas inminentes que algunos mantenían sobre la venida del Señor apelando a no dejarse engañar con un tema que siempre provoca cierto grado de neurosis colectiva. Las hemos vivido en distintos momentos durante las últimas décadas.
Dicho esto, el apóstol Pablo relaciona algunos de los hechos que preceden a la venida del Señor, y lo inicia hablando del advenimiento de la apostasía que viene antes del fin. Este término proviene del griego y significa «colocarse fuera de»; en el sentido religioso viene a ser el abandono de la fe o la doctrina que se había abrazado. Significa abandonar o romper públicamente con la fe o doctrina que se profesa. Por tanto, la apostasía es un abandono de la fe generalizado que precede a la venida del Mesías.
El mismo Señor, después de enseñar a los suyos sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, y hacerlo mediante la parábola de la viuda que insiste a un juez injusto para que le haga justicia, reseñando que Dios sí la hará a sus escogidos que claman a él día y noche, concluye con estas enigmáticas palabras: Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lc.18:8).
La fe que nos ha sido dada necesita ser abrazada, peleando y combatiendo ante las fuerzas hostiles que pretenden ahogarla o diluirla en un tiempo cuando la apostasía se extiende como un virus.