Coaliciones de enemigos contra Israel
Porque sucedía que cuando los hijos de Israel sembraban, los madianitas venían con los amalecitas y los hijos de oriente y subían contra ellos… así fue empobrecido Israel en gran manera por causa de Madián, y los hijos de Israel clamaron al Señor (Jueces 6:3,6).
Las naciones cometen errores históricos que sufren sus efectos las siguientes generaciones. La desobediencia de nuestros padres nos alcanza en algún momento de nuestra propia historia. El poder del evangelio de Jesús penetra hasta esa espiral pecaminosa para romper los lazos de sangre de la vana manera de vivir heredada de nuestros padres (1 Pedro 3:17,18). El profeta Jeremías dijo que vendría un día —los del Nuevo Pacto— cuando los hijos no llevarían la dentera porque sus padres habían comido uvas agrias, si no que cada cual morirá por su propia iniquidad (Jer. 36:29-31).
Israel no obedeció el mandato de Dios en boca de Moisés para borrar la memoria de Amalec (Dt. 25:17-19). Permitió que Amalec se moviera libremente por su territorio, y que hiciera alianza con otros pueblos enemigos de Israel. En el pasaje que estamos meditando encontramos una coalición de madianitas, amalecitas y de los hijos de oriente. Todos ellos se juntaron con un mismo fin: saquear, robar y destruir la herencia de los hijos del pacto. Estos pueblos tenían en común varias cosas, una de ellas, su forma de vida nómada; eran salteadores que aprovechaban el trabajo de pueblos más laboriosos para enriquecerse a su costa. Vemos en ellos a muchos de los especuladores actuales.
Otra de las características que los unía era su oposición al pueblo de Dios. Los amalecitas ya lo habían hecho antes junto a Moab. Se unieron a este pueblo en su estrategia ocultista, mediante la contratación del falso profeta Balaán, para que maldiciendo a Israel frenaran su avance hacia la tierra prometida (Nm.22:4-7). No lo consiguieron porque Israel caminaba en obediencia. Pero en los días de los jueces, Israel abandonó la ley de Dios y por ello fueron entregados en manos de Madián y Amalec.
La desobediencia empobreció a Israel y lo hizo esclavo de sus enemigos. De la misma forma, nuestra vida espiritual quedará neutralizada y empobrecida si damos lugar a la carne. En esos tiempos, la victoria está en volvernos a Dios en clamor y súplica para que seamos libertados de nuestros enemigos.
Hay una triada de enemigos del hombre espiritual: el mundo, la carne y el diablo, unidos contra la edificación del espíritu renacido.