El resurgimiento del islam (3)
Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra… Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará (Apocalipsis 11:3,4,7)
En la mitad de los años ochenta, cuando la inmensa mayoría de los escatólogos orientaban su mirada hacia Europa, el resurgir de Roma mediante el Mercado Común Europeo, la implantación de un inmenso ordenador en Bruselas que marcaría a todos con el sello de la bestia, insistiendo que la Iglesia Católica Romana era el anticristo, mis maestros me enseñaron a poner la mirada en Oriente Medio, en la zona de Mesopotamia, la antigua Babilonia, y el nacimiento del islam en el siglo VII, como la bestia que «era y no es y será».
«Era» el levantamiento del antiguo imperio Babilónico que en la forma de las conquistas musulmanas del siglo VII, («estaba para subir del abismo») invadieron gran parte del cristianismo primitivo, ocasionando su eliminación, (en algunas naciones para siempre), y del que hemos tenido un resurgimiento en el siglo XX, con la violencia que lo caracteriza en su versión original. Hoy asistimos a un nuevo levantamiento del islamismo radical que pretende por un lado la destrucción de Israel como pueblo (el odio que destila es de tal magnitud que no puede ser únicamente humano, procede del abismo); y por el otro, el degollamiento de los cristianos en los países donde se ha instalado el llamado Estado Islámico. Todo ello no deja lugar a dudas de la verdadera naturaleza de su origen: el abismo del que habla el apóstol Juan en nuestro texto.
Los dos testigos que menciona no pueden ser otros que Israel y la iglesia, los dos testigos que Dios tiene para dar su testimonio en la tierra. Siguiendo la enseñanza que recibí hago el siguiente comentario sobre el texto que tenemos para meditar. La ciudad santa (Jerusalén) será hollada durante cuarenta y dos meses (11:2), que son tres años y medio. Si contamos un año por cada día (42×30, más un cuarto cada año por el año bisiesto) salen 1.278 años. La historia nos dice lo siguiente: en el año 638 d.C. Jerusalén cayó en manos de los árabes hasta el año 1917 cuando fueron expulsados junto con los turcos por los ingleses. Comienza así un retorno a la tierra de Israel progresiva y generalizada de los judíos. Por otro lado, la iglesia vivió un periodo de oscuridad por el dominio islámico con apariencia de muerte en el mundo.
Israel y la iglesia han sido perseguidos y dominados por el islam durante un tiempo limitado; está rebrotando en Europa, preludio del reino mesiánico.