Este tema es una continuación del anterior titulado: Las relaciones prematrimoniales.
Cabe preguntarse, si ya he tenido relaciones sexuales sin estar casado (a), como debo enfrentar este hecho. En primer lugar debo decir que la sociedad actual aprueba y legaliza esas conductas como algo normal y por tanto, no es fácil llegar a tener una convicción firme al respecto. Practicar el sexo sin estar casados se ha convertido en un síntoma de modernidad y progreso, y el no hacerlo parece un indicio de ser retrógrado y conservador.
Frente a los diversos patrones del sistema mundano tenemos Las Escrituras, y está escrito: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios, 5:17). Por tanto, los pecados, hábitos y vicios del pasado han quedado borrados por la sangre de Jesús, un nuevo hombre ha nacido dentro de ti y a partir de ahora comienza una nueva vida, con nuevos principios y nuevas prácticas en tu vida.
Si has tenido relaciones sexuales antes de haber nacido de nuevo debes alejarte de esas prácticas ahora que perteneces a Cristo, y todo tu ser pertenece a Dios. “Las cosas viejas pasaron”.
Tendrás que romper los hábitos que no son agradables a Dios según Su Palabra, y establecer nuevas pautas de comportamiento según la luz que ha venido a tu corazón. El Espíritu Santo dará testimonio a tu conciencia y al obedecerle andarás en la luz y la verdad.
Si el caso es que has tenido relaciones sexuales siendo creyente y miembro activo de una congregación, conociendo los principios del Reino de Dios y sin embargo desobedecerlos, has dado lugar al pecado y el pecado te hará su esclavo.
Habrá consecuencias que destruirán áreas de tu vida o tu futura familia. Recuerda el pecado de David con Betsabé y los resultados desastrosos en su propia casa.
“”Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn.8:34-36).
El apóstol Juan nos da la respuesta para quedar libres de las consecuencias devastadoras del pecado, y alejarnos de sus engaños.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad… Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan,1:9 y 2:1).
Este no es un camino fácil para permitir el pecado en nuestras vidas con la idea de ser perdonados, sino como dijo Jesús: “Vete y no peques más”.