3 – ANTES DE LA CAÍDA

Antes de la caída (3)Hagamos al hombre

Y dijo Dios: Hagamos al hombre… Creó, pues, Dios al hombre…  varón y hembra los creó (Génesis 1:26,27).

         ¡El misterio del hombre! ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es su origen y propósito? Preguntas que parecen no tener respuestas concluyentes pero comienzan a tomar forma cuando venimos a las Escrituras. Está escrito que es lámpara a nuestros pies y lumbrera en nuestro camino. Que debemos estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro. La Biblia es como un espejo para mirarse. En ella vemos nuestra imagen reflejada.

En nuestro texto lo primero que apreciamos es que el hombre es el resultado de una voluntad mayor que la suya propia. Somos consecuencia de la voluntad expresa de Dios. Hemos venido a la existencia por un acto de su voluntad, una decisión creativa y determinante. Somos la emanación de un plan predeterminado por la Divinidad. Una Divinidad que se nos presenta aquí en plural: «Hagamos», aunque es Uno. El salmista escribió: «El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos» (Salmos 100:3). Por tanto, somos resultado de una voluntad creativa mayor que la nuestra, anterior a la nuestra y por ello superior.

Más tarde el Creador dará al hombre y la mujer capacidad de reproducirse, aunque aquí estamos viendo el origen de la creación del primer ser humano. Este primer hombre va a producir después un desdoblamiento con dos géneros: varón y hembra. «Creó Dios al hombre, varón y hembra los creó». Un solo ser, dos personalidades complementarias que provienen del uno creado y que volverán a ser uno creando una unidad orgánica familiar cuyo resultado será la formación de la familia, y así garantizar la continuidad del género humano a través del hombre y la mujer.

Observemos que el texto bíblico dice: «Creó Dios al hombre», y luego dice, «varón y hembra los creó». Por tanto, en el hombre está incluida la mujer. Esto lo vemos aún más claro en Génesis 5:1,2. «El día que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y los llamó Adán el día en que fueron creados». Es decir, en Adán está Eva. En el hombre está incluida la mujer. Esto concuerda con la exégesis del apóstol Pablo cuando escribe: «Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre, pues en verdad el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre… Sin embargo, en el Señor, ni la mujer es independiente del hombre, ni el hombre independiente de la mujer. Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; y todas las cosas proceden de Dios» (1 Corintios 11:8-12).

         El hombre es creación de la voluntad de Dios y en él está incluida la mujer. Ambos son el sello de todo lo creado.

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