GRATITUD Y ALABANZA ( 10 ) – Sacrificio y alabanza ( 5 )

GRATITUD Y ALABANZA - 1Sacrificios de alabanza y gratitud (5)

Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente… (Salmos 42:1,2 LBLA).

El alma humana es uno de los grandes temas de la Biblia. Encontramos en ella tantas y diversas manifestaciones de su acción que es el mejor libro para su descubrimiento y conocimiento. Dios le ha dado un valor inmenso a la vida —alma— del hombre. Tal es así, que envió a su Hijo a la cruz del Calvario para rescatarla de las garras del pecado y la muerte. Jesús enseñó que «todo aquel que quiera salvar su vida —alma—, la perderá; y todo el que pierda su vida —alma— por causa de mí, la hallará. Porque ¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?» (Mateo 16:25,26).

Las grandes manifestaciones de egocentrismo en nuestra generación ponen de manifiesto la pérdida del alma. Hemos perdido el alma. Y lo hemos hecho porque estamos tratando de salvarla. Hemos entregado nuestra alma (emociones, pasiones, voluntad, razonamiento) a los placeres temporales del pecado y nos hemos encontrado con el vacío, la vacuidad, el sinsentido y el pozo de la desesperación. Nuestra alma, creada por Dios, solo está satisfecha y completa en Él. Por eso el salmista de nuestro texto anhela y suspira, —como un ciervo lo hace por las aguas—, por el Dios de su salvación. Y lo hace no por cualquier divinidad del acerbo religioso, sino por el Dios viviente, el único Dios vivo, el Dios de Israel. Reconoce el abatimiento de su alma por la sequía espiritual que experimenta. ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Se acuerda de otro tiempo cuando conducía a la multitud entre voces de alegría a la casa de Dios. Y se responde: Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

Yo recuerdo también las marchas de alabanza que hacíamos por las calles de la provincia de Toledo. Algunos subidos en un camión con remolque abierto cantando y proclamando el nombre de Jesús. Otros detrás danzando y aclamando al Rey. En esos momentos siempre me acordaba de la entraba de Jesús en Jerusalén donde fue aclamado por la multitud: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! (Mateo 21:9). Nuestra alma encuentra regocijo y descanso solamente en Él. Como dice otro salmista: En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación… Alma mía, en Dios solamente reposa (Salmos 62:1,5). Los conciertos de música profana y sexual pretenden reemplazar este anhelo del alma por ser satisfecha, pero solo en Dios encontrará el descanso y la vida verdadera. Solo Jesús redime el alma.

         El anhelo, suspiro y sed del alma humana encuentran solamente en Dios una respuesta verdadera y eterna porque de Él viene mi salvación.

Download PDF

Deja un comentario