185 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXII) – Jeremías (10)

Vino palabra de YHVH a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo: Así ha dicho YHVH… Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces… He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y verdad. Y haré volver a los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio. Y los limpiaré de toda su maldad… y perdonaré todos sus pecados… y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra… (Jeremías 33:1-9)

         La palabra de Dios no está presa (2 Tim.2:9). Son palabras del apóstol Pablo a Timoteo cuando escribía su memoria apostólica poco antes de ser sacrificado. Acuérdate de Jesucristo, le dijo, en el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; y concluye, mas la palabra de Dios no está presa. ¡Aleluya! Tampoco lo estuvo para el profeta Jeremías. Su cuerpo estaba en la cárcel, injustamente tratado por dar testimonio de la palabra de Dios, pero su mensaje contenía la eternidad de Dios mismo. Su palabra nunca pasará.

Las circunstancias presentes pueden ser duras, pero lo que ha nacido de Dios vence al mundo. No volverá a Él vacía sin haber cumplido el propósito para el cual es enviada. Dios llama las cosas que no son como si fueran.

Verdaderamente las cosas estaban muy oscuras para la ciudad de Jerusalén cuando el profeta recibió esta palabra, pero su contenido sobrepasa todas las circunstancias adversas para alcanzar el día señalado. Un día para la sanidad y medicina que curará la herida de su pueblo.

La oración ha estado presente en la vida del profeta, como lo ha estado en generaciones y generaciones de hijos de Dios clamando a Él para que vengan de su presencia días de refrigerio y restauración en Israel y las naciones. Aún vivimos en ese tiempo: clama a mí, y yo te responderé. Dios revelará abundancia de paz y verdad. Hará volver a los cautivos de Judá e Israel (observa: Judá e Israel, toda la nación; Ez.37:19-28); que serán restablecidos como al principio en un solo reino.

Serán limpios de su maldad; sus pecados serán perdonados; y todo ello será motivo de gozo y gloria para el nombre del Señor que habrá cumplido lo que prometió a Abraham su amigo. Las naciones verán el cumplimiento de toda palabra que sale de la boca de Dios. Todo esto, y mucho más, lo vio y anunció el profeta «llorón» estando en la cárcel esperando la derrota de su pueblo. Pero habrá un nuevo día, el día del Señor, que esperamos junto con Israel. Oremos.

         Las circunstancias adversas no limitan la revelación de Dios. Su palabra profética sobrepasa las experiencias del profeta atrapado en la cárcel.

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