Hombres impíos – Enemigos de la cruz
Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal (Filipenses 3:18,19)
Me llama poderosamente la atención que la Escritura no esconde a los enemigos del evangelio. Y estos enemigos no siempre son quienes muestran una actitud hostil al mensaje, sino que en algunos casos son personas dentro de las propias congregaciones, y desde dentro, actúan como disolvente de la verdad. Esta realidad debe llevarnos una vez más a comprender que anunciar el evangelio no es un juego de niños, ni siquiera de adolescentes. Es una confrontación de dos reinos. Una colisión de poderes sobrenaturales que chocan inevitablemente. La naturaleza de ambos es radicalmente opuesta. Por ello, la estrategia del enemigo para tratar de impedir su avance en las naciones es siempre prioritaria en sus estratagemas, juntamente con la oposición a Israel como portador de las promesas hechas a los padres.
Hay los que anunciando «un evangelio» son enemigos de la cruz de Cristo, que es el epicentro del mensaje. El islam reconoce la figura histórica de Jesús, incluso le concede el «beneplácito» de reconocerle como profeta de Dios, pero a la misma vez niega la cruz, su muerte y resurrección. En el islam no hay redención. Este falso «evangelio» vino seiscientos años después de Jesús.
En la época de Pablo ya había quienes predicaban a Jesús por intereses personales. Su verdadera motivación era servirse del evangelio para suplir sus verdaderas prioridades carnales. Cuyo dios es su vientre. Y lo hacían sin vergüenza ni pudor, como hoy en día vemos a muchos avergonzando incluso a los creyentes con la búsqueda de placeres mundanos, amantes de las riquezas en lugar de amar a Dios, creyendo que la piedad es fuente de ganancia (1 Timoteo 6:3-5). El apóstol de los gentiles sufría y lloraba viendo semejantes ejemplos en algunos que pretendían anunciar las buenas nuevas de salvación. Los denunció una y otra vez en sus cartas, porque el amor no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Lo hizo para combatir unánime por la fe del evangelio (Filipenses 1:27). Y no tuvo reparo en anunciar las consecuencias de semejante comportamiento: el fin de los cuales será perdición. Sí, hay perdición para los enemigos de la cruz de Cristo.
La cruz es el emblema de la persecución, la vergüenza y el abuso que el mundo cargó sobre el Hijo de Dios y cargará sobre todos aquellos que elijan ir contra la corriente.