La restauración de Israel (1)
[…] Para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo (Hechos 3:19-21)
Antes de llegar plenamente al mensaje de los profetas sobre el advenimiento del reino mesiánico, estamos haciendo un recorrido preliminar para ir adentrándonos paso a paso en la revelación sobre el gobierno del Mesías a todas las naciones desde Jerusalén. Estamos ahora en el preludio, el tiempo anterior que denominamos señales antes de su venida. Hemos visto los dolores de parto que preceden a la parusía, también el aumento de la maldad, reseñado especialmente en el carácter de los hombres de los últimos tiempos. Como no vamos a hacer un recorrido muy extenso sobre las señales del fin, (no es el propósito de esta serie), sí queremos pararnos en algunos de los sucesos que nos parecen muy relevantes y que están ocurriendo ante nuestros ojos.
En este capítulo nos detendremos unos instantes para ver una de las señales más asombrosas y esperadas que preceden a su venida. Me refiero al resurgimiento de Israel en su tierra. El pasado siglo XX fue testigo de grandes males en la humanidad, pero también asistimos a uno de los eventos más espectaculares: la restauración de Israel en su tierra. El profeta Isaías había anunciado en su libro: ¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz a sus hijos (Isaías 66:8).
Después de un proceso de restauración que comenzó con el sionismo moderno, fue proclamado el Estado moderno de Israel el día 14 de mayo de 1948. Israel había rebrotado en la tierra que Dios prometió a Abraham después de casi dos mil años de diáspora entre las naciones. El tiempo de los gentiles ―que algunos sitúan en el año 1967 cuando Jerusalén volvió a ser administrada por los judíos después de La Guerra de los Seis Días― había llegado a su fin, ahora la tierra ha vuelto a manos de sus auténticos herederos, en medio de una gran presión del mundo árabe y las demás naciones que siguen oponiéndose, a día de hoy, a la restauración de Israel en su tierra, ejerciendo una oposición, en algunos casos insoportables. La Escritura revela con claridad que la restauración de Israel en su tierra y a su Dios traerá avivamiento a las naciones (Rom.11:12-15).
El regreso de Israel a la tierra de sus padres, prometida por el Dios de Jacob, es una señal espectacular del inminente retorno del Mesías para reinar.