HOMBRES DE VERDAD – Cumple tu ministerio
Pero tú… cumple tu ministerio (2 Tim.4:5).
Se acepta de forma generalizada que el ministerio predominante de Timoteo era evangelista. El mandato es claro: «cumple tu ministerio». El concepto ministerial lo tenemos un tanto distorsionado. Cuando pensamos en él lo hacemos en la forma de un título, una posición, o como parte de una institución misionera. Lo que revelan las Escrituras es que es un servicio. Ministerio es servir, una función más que una posición. Según las afirmaciones de Pablo a Timoteo, la función ministerial en su vida fue dada por Dios y liberada por la profecía y la imposición de manos del presbiterio. «Esta comisión te confío, hijo Timoteo, conforme a las profecías que antes se hicieron en cuanto a ti, a fin de que por ellas pelees la buena batalla» (1 Tim. 1:18). Y más adelante le dice: «No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue conferido por medio de la profecía con la imposición de manos del presbiterio» (1 Tim.4:14). Luego en el inicio de su segunda carta, le recuerda «que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos» (2 Tim. 1:6).
Aunque muchas experiencias negativas hayan eclipsado o deformado la normativa apostólica, eso no anula la verdad. La función ministerial de Timoteo fue liberada por dones carismáticos en la vida de Pablo y el presbiterio plural de la iglesia local. Esa función puede ser apagada, de ahí el imperativo: «aviva el fuego del don de Dios». Puede ser descuidada, por ello el apóstol le recuerda que el don le fue conferido por la imposición de manos del presbiterio y las suyas propias. Pablo ve en sus últimos días tiempos de paralización en la misión de anunciar el evangelio, por ello insta a Timoteo, y con él a todos nosotros, a cumplir con el ministerio dado. «Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables» (Rom. 11:29).
El apóstol quiere que el mensaje pase a la siguiente generación con todas las garantías. Está encarcelado, pero la palabra no está presa. Han pasado para él los días de los viajes misioneros a pueblos y naciones, ahora toca animar, impulsar y estimular a Timoteo para que siga la obra de evangelización, la tarea de anunciar las buenas nuevas y hacer discípulos. Necesitamos hacer discípulos de Jesús no admiradores de un modelo de crecimiento. Formar hombres de Dios, no adeptos a una visión personal.
El carácter del hombre de verdad debe ser lo suficientemente sólido para cumplir con el servicio al que ha sido llamado en su generación.
Para profundizar en este tema puedes ver el capítulo «El ministerio» de mi libro Conceptos Errados en este enlace.