GRATITUD Y ALABANZA (63) – Los milagros glorifican a Dios (2)

GRATITUD Y ALABANZA - 1LOS EVANGELIOS – Los milagros glorifican a Dios (2)

… De manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel (Mateo 15:31).

La fe que liberaba milagros en el ministerio de Jesús se expandía por todas aquellas comarcas donde anduvo, poniendo en marcha a las multitudes que le buscaban por todas partes. La fe siempre se mueve, no espera que el mundo gire a su alrededor. La fe que encontramos en los evangelios se alimentaba y expandía entre las multitudes viendo y oyendo el poder que salía de Jesús para sanar.

En el pasaje que tenemos para meditar vemos que Jesús había subido al monte, y se sentó allí. El Maestro no buscaba protagonismo humano, ni gloria de hombres, se movía en la voluntad del Padre, y ésta era sanar a los enfermos y poner en libertad a los oprimidos por el diablo. Jesús anduvo haciendo bienes, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Y una parte de esa bendición era sanar enfermos. Sentado en el monte se le acercó mucha gente.

Hemos errado cuando enseñamos que los judíos rechazaron al Mesías. Una sencilla mirada a los evangelios nos muestra que las multitudes siempre rodeaban a Jesús. Nos hemos obstinamos en nuestro razonamiento doctrinario aprendido de maestros que justifican sus conceptos preconcebidos enseñando que venían solamente por los beneficios. No. No es verdad. En una multitud siempre hay múltiples motivaciones, pero cuando se acercaban a Jesús con los cojos, los ciegos y mudos, los mancos y otros muchos enfermos, y los ponían a sus pies (Mt.15:29-30), lo hacían creyendo que el Mesías había llegado y el reino se estaba manifestando. Esa fe movía el corazón del Maestro y los sanaba. Era el siervo de Dios, quien llevó nuestros pecados y nuestras enfermedades (Isaías 53).

Imaginemos la escena. Jesús subió a un monte. Las multitudes cargaron con los enfermos cuesta arriba hasta llegar donde él estaba. La fe tenía que alimentarse y lo hacía andando y esforzándose hasta llegar al punto de encuentro. Nosotros muchas veces nos desanimamos cuando impulsados por un mínimo de fe vemos los obstáculos cuesta arriba. Pero la fe sigue caminando, no es superstición religiosa, es la manifestación de un corazón afligido que necesita respuestas de vida y salud. La necesidad imperiosa lo impulsa hacia arriba sin ceder ante las adversidades. Y cuando los mudos hablan, los mancos son sanados, los cojos andan y los ciegos ven, elevan una oración de gratitud y alabanza al Dios de Israel. Los milagros le glorifican. La fe honra a Dios y multiplica los beneficios generosamente. Hay muchos ejemplos en los evangelios. Veámoslos.

         Los milagros en el evangelio glorifican al Dios de Israel.

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