EL REINO VENIDERO (26) – El reino ha venido y vendrá

El reino venideroLa esperanza de Israel – El reino ha venido y vendrá

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 4:17)

Nada más iniciar Jesús su ministerio anunció sin titubeos que el reino de Dios había venido a la tierra. Su predicación, como antes la de Juan el Bautista, estuvo centrada en la necesidad del arrepentimiento para poder entrar al reino, dejando claro que la dimensión del reino que anunciaba era claramente espiritual, individual y dirigida en primer lugar al corazón del hombre. Porque de él mana la vida; es en el corazón donde primeramente debe ser establecido el gobierno de Dios sobre cada persona que voluntariamente se someta a su palabra, creyendo el evangelio. Muchos así lo entendieron, pero otros, acostumbrados al concepto de reino político, territorial y nacionalista, siguieron al Maestro como líder de masas en lugar de Señor de sus vidas.

También hubo quienes, comprendiendo la necesidad del arrepentimiento y el bautismo para un cambio de vida trascendental, reconociendo el señorío del Mesías sobre sus vidas, a la vez, creían que Israel sería el centro espiritual donde todas las naciones vendrían a adorar al rey, según el testimonio anunciado ampliamente por los profetas.

Pero los acontecimientos se desarrollaron de forma distinta. Jesús sanaba a los enfermos, liberaba a los endemoniados, perdonaba pecados, resucitaba muertos, anunciaba la buena nueva de regresar al Dios de Jacob, enseñaba una y otra vez sobre el reino de Dios mediante múltiples parábolas, y creaba una expectativa un tanto confusa y ambigua sobre la realidad de su reino. Por un lado dijo que el reino se había acercado, por el otro, que su reino no era de este mundo. Habló de un reino expresado en sus días, como de una dimensión futura y venidera del mismo reino. Hoy podemos comprender ambas dimensiones mucho mejor.

Sabemos que era necesario, y estaba anunciado por los profetas, un Mesías siervo y redentor, hijo de José; y el mismo Mesías en una segunda manifestación de Rey Soberano, hijo de David. Jesús reúne en sí mismo ambas concepciones mesiánicas. Para algunos su primera aparición fue motivo de tropiezo, distinta a la norma teológica que tenían; y para otros hoy es incomprensible el testimonio de los profetas que anuncian ampliamente en sus escritos el reino mesiánico establecido en la ciudad de Jerusalén sobre todas las naciones. Un reino en la tierra. Un Mesías gobernando desde Sion. En ambos casos, ciertos sistemas teológicos y tradiciones religiosas impiden ver lo que está revelado con claridad en la Escritura: un reino que ya vino y vendrá en la misma persona de un único Mesías Salvador y Rey.

         En los evangelios tenemos el testimonio del reino de Dios que ha llegado en la persona de Jesús, y también vendrá en su segunda manifestación.

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