El profeta Abdías sobre Edom (IV)
Pero en el monte Sión quedará un remanente, y será lugar santo, y la casa de Jacob volverá a tomar sus posesiones… Y subirán libertadores al monte Sión para juzgar al monte de Esaú, y el reino será del Señor (Abdías 17,21 LBLA).
El juicio de Dios emitido sobre Edom contrasta con la restauración del reino de Israel. La Biblia muestra la eternidad del reino davídico, es decir, el reino mesiánico. Jesús nos enseñó a orar: venga tu reino. Ese reino tiene una dimensión física en Jerusalén, en Sión, y otra espiritual y celestial. Es el mismo reino. Su manifestación está ubicada en la tierra de Israel en los potreros días. Los mismos apóstoles preguntaron a Jesús poco antes de ascender al cielo: Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel? (Hch. 1:6). La respuesta del Maestro los introdujo en los tiempos y las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad (Hch. 1:7 LBLA).
Ahora toca predicar el evangelio a todas las naciones, hasta que venga el día de la restauración de todas las cosas. Y una parte de esa restauración tiene que ver con el reino a Israel en Sión. Dicho esto, inmediatamente aparecen preguntas en nuestras mentes, preguntas muchas de ellas que quedan sin responder —recuerda la respuesta del Señor a los apóstoles— pero no por ello debemos ignorar el mensaje de los profetas.
Abdías acaba su visión recordando que hay diferencia entre el reino de Edom y lo que representa, además de la naturaleza de dicho reino; y el reino del Señor en Sión y Jerusalén. Hay diferencia. Como la hubo en los días de Israel en Egipto. Dios hizo diferencia entre la tierra de Gosén y la tierra de los egipcios.
El profeta Daniel interpretó el sueño del rey Nabucodonosor donde una gran estatua mostraba los reinos de este mundo. Vio una piedra cortada sin ayuda de manos que golpeó la estatua en sus pies de barro desmenuzándola. Luego el viento se los llevó sin que quedara rastro alguno de ellos. Pero la piedra que había golpeado los reinos de este mundo se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra (Dn. 2:31-35). Ese es el reino mesiánico. Es el reino de Dios. Es el reino al que se refiere el profeta Abdías que debe juzgar al monte de Esaú, y el reino será del Señor.
Hay convergencia en la Escritura. La restauración de todas las cosas; el retorno de los judíos a su tierra; el regreso a su Dios −mediante el evangelio−, y la manifestación del reino de Dios llenando toda la tierra, así como otros muchos eventos, tendrán lugar en el día del Señor.
Dios hace diferencia entre el justo y el impío, entre la luz y las tinieblas, entre la naturaleza carnal y el hombre regenerado, entre el reino de Edom y el reino de Israel, no lo olvidemos.