LOS EVANGELIOS – La enseñanza de Jesús (1)
El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado (Mateo 12:35-37).
Hemos visto en las últimas meditaciones algunos ejemplos prácticos de gratitud y alabanza en diversas personas que aparecen en los evangelios. Ahora queremos pararnos unos momentos en algunas de las enseñanzas del Maestro sobre este tema, y su actitud como ejemplo para nosotros. En nuestro texto Jesús habla de hombres buenos y malos, la razón de esa bondad o maldad radica en el corazón, donde anida nuestro verdadero tesoro y la esencia de nuestro ser. La manifestación del corazón se expresa mediante palabras. Por tanto, las palabras prueban la calidad de nuestros corazones. Como está escrito: del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre (Mt.15:19,20).
Cuando somos agradecidos de corazón y vivimos con gratitud, esa expresión brota de forma natural del tesoro que acumulamos en nuestro corazón. La ingratitud también se expresa en palabras y quejas como hemos visto en anteriores reflexiones. Ahora deberíamos preguntarnos como obtenemos un corazón bueno o malo. ¿Nacemos ya predeterminados en una u otra dirección? ¿Es imposible cambiar el rumbo de nuestra vida? También hemos visto algunos ejemplos de personas cuyas vidas cambiaron radicalmente cuando se encontraron con Jesús. Recordemos a Zaqueo, la llamada mujer pecadora, incluso el endemoniado gadareno. Todos ellos inicialmente con un corazón malo, inclinados al pecado, pero transformados por el poder de Dios cuando recibieron al Mesías en sus vidas, dejando que sus enseñanzas y obras los transformaran.
La Biblia dice que todos somos pecadores, y estamos destituidos de la gloria de Dios. Nacemos egoístas e ingratos; aunque es evidente también que hay personas con una inclinación natural a ser bondadosas y otras que manifiestan un tipo de maldad muy nociva para los demás. Todos necesitamos su gracia libertadora. Y una vez recibido un corazón nuevo mediante el poder del evangelio, necesitamos guardarlo, cuidarlo y protegerlo todos los días de nuestra vida. Como dice el proverbio: Sobre toda cosa guardada, guarda el corazón; porque de él mana la vida (Pr.4:23). Y al hacerlo, hablaremos bien, con gratitud y alabanza por todos los dones recibidos. Así seremos justificados en el Señor.
El hombre bueno manifiesta gratitud como el tesoro de su corazón.