No glorificaron a Dios – La generación de Noé (3)
Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe (Hebreos 11:7).
La Biblia nos enseña que Noé halló gracia, andaba con Dios, y fue advertido del juicio que venía. El orden de esta sucesión puede no ser el correcto. Lo que podemos entender es que este hombre, llamado en la Escritura pregonero de justicia (2 Pedro 2:5), una justicia que viene por la fe, como dice el texto que tenemos para meditar, vivía en medio de una generación torcida y perversa. El ambiente social, moral y espiritual estaba podrido; aunque las gentes vivían en prosperidad, podían realizar sus negocios y compras, sus pensamientos materialistas ahogaban cualquier atisbo de un peligro inminente. Dedicados plenamente a disfrutar de los bienes recibidos, olvidaron cual era la Fuente de sus recursos, incluso al Autor de la vida que habían recibido y que ahora desgastaban a su antojo en todo tipo de placeres temporales, usando la violencia para mantener sus privilegios. Una sociedad embrutecida, pensando solamente en hacer el mal, pero siendo espectadores de la vida de un hombre que vivía de otra forma, sus prioridades eran distintas, sus objetivos muy diferentes, y su mensaje radicalmente opuesto a las motivaciones que predominaban en aquella generación.
Jesús enseña que así será en los días anteriores a su venida. Un modelo de vida que predomina en nuestros días, especialmente en el llamado primer mundo (qué paradoja, incluso burla), en la cultura Occidental. Noé fue advertido del juicio que se acercaba y con temor preparó las condiciones para que al menos su familia quedara a salvo, y todos aquellos que recibieran el mensaje que pregonaba. Su propia vida era un mensaje. La obra constante, incansable y ardua de la construcción del arca era su mensaje ante los ojos de aquella generación de que una tormenta se avecinaba. Pero la predominante manera de pensar materialista, consumista y hedonista fue más fuerte prevaleciendo como corriente de pensamiento generalizada. La mayoría pensaban igual. Dominaba el pensamiento único. Por su parte, una minoría ridícula, absurda, irrelevante, sin influencia social, andaba con Dios, vivía por fe, creyó las palabras del Hacedor del Universo, y finalmente, fueron ocho personas las únicas que salvaron a la humanidad entera obedeciendo el llamado que habían recibido. Así de trascendentes pueden llegar a ser nuestras vidas minoritarias hoy también.
La ingratitud de toda una generación puede llegar a ser menos relevante que una sola persona que glorifica a Dios y le obedece.