El Mesías recibido (1)
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:10-12)
Antes de terminar este breve recorrido por los evangelios donde se constata la mentalidad hebrea acerca del reino mesiánico venidero que tenían los judíos en el siglo I, quiero detenerme por un tiempo en uno de los textos más maltratados y usados contra Israel a lo largo de la historia de la iglesia cristiana. Me refiero al texto del evangelio de Juan sobre el rechazo del Mesías que llevaron a cabo los judíos. No voy a contradecir al apóstol en su escrito, lo que haré será contextualizar su contenido. A menudo este texto es el punto final para afirmar y acusar al pueblo de Israel de su rechazo al Mesías cargando sobre ellos una culpa que ha tenido trágicas consecuencias a lo largo de la historia.
He titulado esta sección «el Mesías recibido» para hacer un recorrido por los evangelios de Lucas y Juan sobre un hecho innegable: Las multitudes siguieron a Jesús; muchos creyeron en él; por tanto, no fue rechazado por el pueblo de Israel; al contrario, fueron los judíos a quienes fue enviada la promesa de su advenimiento en cumplimiento de las profecías. ¿Entonces Juan estaba equivocado? Veamos algunas cosas que debemos tener en cuenta. En primer lugar la distinción necesaria que recogen ampliamente los evangelios entre el pueblo y las autoridades, los llamados edificadores (Mt.21:42). Curiosamente el énfasis se ha puesto en la expresión: y los suyos no le recibieron, obviando que en dos ocasiones se habla de lo suyo, en referencia a la viña del Señor, Israel; y los suyos, Israel mismo, el pueblo de Dios.
Israel es propiedad de Dios, su heredad (Jer.12:10) (Joel 3:2). Es su primogénito (Ex.4:22). La niña de sus ojos (Zac. 2:8). Israel es la elección de Dios. Por tanto, en ningún caso debemos entender de este texto de Juan que Dios rechazara a su pueblo. Ni siquiera que el pueblo rechazara a su Dios, como veremos ampliamente en próximas meditaciones. Estamos ante un misterio, el misterio del endurecimiento parcial de Israel (Rom.11:25), hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. Hemos olvidado que un día todo Israel será salvo (Rom.11:26). Gran parte de la iglesia ha caído en arrogancia al enfatizar nuestro recibimiento, «a todos los que le recibieron», y el rechazo falaz de Israel, sin entender el misterio de su endurecimiento parcial que ha traído salvación a todas las naciones.
Hay palabras como golpes de espada (Pr.12:18). El texto de Juan es una de ellas que hemos usado con arrogancia contra Israel sin entender el misterio.