104 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaOh Señor, tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos. Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh Señor, tú ya la sabes toda… Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es muy elevado, no lo puedo alcanzar. ¿Adónde me iré de tu Espíritu, o a donde huiré de tu presencia?… a los cielos… en el Seol… en lo más remoto del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si digo: Ciertamente las tinieblas me envolverán… ni aun las tinieblas son oscuras para ti… las tinieblas y la luz son iguales para ti (Salmos 139:1-12).

         Ante un conocimiento tan exhaustivo solo cabe una opción: rendirse. El salmista vive en plenitud la Omnipresencia de Dios. Es consciente que nada escapa a los ojos del Autor de la vida. Que está presente, no solo en el lugar de su morada terrenal, en el santuario, sino que fuera de ese lugar la presencia del Altísimo es igual de latente.  No hay ningún lugar donde esconderse. Ni siquiera las tinieblas. Nuestro hombre está maravillado. Tiene una revelación profunda de la realidad de Dios en su vida y circunstancias. Adán la había perdido, en parte, cuando se escondió en el huerto, pensando que podría pasar inadvertido. Ese error, con tantas consecuencias, seguimos cometiéndolo hoy. Muchos son los que viven como si no hubiera Dios. Como si nuestras vidas fueran intrascendentes. El lenguaje de este salmo nos golpea el rostro. Despierta la conciencia dormida. Aleja de nosotros la necedad y el auto engaño al decirnos: no hay Dios. La Omnisciencia (conocedor de los tiempos futuros) de Dios ha dejado a nuestro hombre perplejo. Aún antes de que haya palabra en mi boca, tú ya la sabes toda. La teología es insuficiente ante tal aseveración. Alto es, no lo puedo comprender.

         Padre, estamos delante de ti. Desnudos. Necesitados. Nos amas a pesar de tu conocimiento de nosotros. Me rindo ante ti. Amén.

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