No glorificaron a Dios – Introducción (3)
Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (Romanos 1:22,23 LBLA).
La idolatría, todo tipo de idolatría, nos vuelve estúpidos. Este calificativo nos puede parecer más provocativo que el de necios, pero debo decir que ajustándonos al sentido estricto de sus significados, una persona estúpida es aquella que muestra torpeza para comprender las cosas, lo cual no siempre está al alcance de todos, porque no todos tenemos la misma capacidad de comprensión y a la misma velocidad. En algunos temas yo mismo confieso ser bastante estúpido. Pero cuando usamos el término necios, que es el que usa la Escritura en nuestro texto, hablamos de una persona que insiste en sus propios errores, aferrándose a posturas o ideas equivocadas, lo cual le convierte en un obstinado, por tanto, idólatra.
Recuerda, la obstinación es pecado de idolatría, según la enseñanza del profeta Samuel a Saúl (un verdadero necio). Su argumento es que la adivinación es como pecado de rebelión, y como pecado de idolatría es la obstinación (1 Samuel 15:23). Por tanto, está equiparando estos cuatro pecados: adivinación, rebelión, idolatría y obstinación; de lo que podemos deducir que la obstinación nos conduce a la idolatría. Este versículo en la versión NTV se traduce de la siguiente manera: La rebelión es tan pecaminosa como la hechicería, y la terquedad [obstinación], tan mala como rendir culto a ídolos.
Nuestro texto base dice que cambiar la gloria de Dios por una imagen, es decir, cambiar la adoración verdadera por ídolos, es necedad, que a su vez significa aferrarse al error con obstinación, sin la capacidad de admitir la corrección que nos libere del engaño aceptado voluntariamente. Esa conducta se resume en obstinación que nos lleva a la idolatría. Es el proceso que se ha seguido a lo largo de la historia de las religiones, incluido el cristianismo, para evitar abandonar posiciones radicales y legalistas aferrados a una postura, idea o dogma, que ha sido probada como falaz o excéntrica, alejada del centro. Cuando se asume una falsa adoración, sea religiosa, ideológica o nacionalista (todas ellas muy similares en la base) se origina una obstinación que conduce al levantamiento de un nuevo ídolo, un culto. Tenemos unos cuantos en la actualidad: cambio climático, ideología de género, leyes LGTBI, etc. En próximas meditaciones haremos un breve recorrido por algunos de los episodios relevantes del contenido bíblico en los que no se glorificó a Dios ni le dieron gracias y su paralelismo con nuestros días.
Aferrarse a una sabiduría manifiestamente necia nos conduce a la idolatría que cambia la gloria de Dios por cultos a hombres corruptibles.