Sacrificios de alabanza y gratitud (9)
Cantad alegres a Dios, toda la tierra; levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos. Cantad salmos al Señor con arpa; con arpa y voz de cántico. Aclamad con trompetas y sonidos de bocina, delante del rey YHVH (Salmos 98:4-6).
El salmista no se cansa. Su corazón está lleno de alabanza y gratitud. Quiere expresarlo. Ponerlo de manifiesto. Nos invita también a nosotros a hacer lo mismo. Y nos dice cómo hacerlo: con alegría, levantando la voz, sin timidez, aplaudiendo y cantando salmos que emanan de un corazón rendido al Dador de todas las cosas. Y debe hacerlo toda la tierra, no solo Israel, no solo la iglesia, o tal vez las iglesias carismáticas y pentecostales. No. El salmista nos dice que toda la tierra cante alegre al Señor, el Eterno. Y prosigue con más detalles. Hacerlo con arpa, aclamad con trompeta y sonidos de bocina, que en este caso viene a ser el sonido del shofar, y hacerlo delante del Rey, el Rey de toda la tierra. El Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente. Jehová el poderoso en batalla… El Señor de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria (Salmos 24:8-10).
Cuando somos conscientes a quién estamos adorando y reconociendo con nuestra alabanza todo lo demás empequeñece. Cuando miramos al trono de Dios como centro de nuestra rendición, la adoración fluirá con múltiples expresiones y diversidad de instrumentos. A la misma vez debemos recordar que las falsificaciones, imitaciones y la falsa adoración están a la orden del día. También en congregaciones y líderes de alabanza que un día fueron impulsores de una verdadera libertad y profunda adoración. Sabemos por los profetas que el antiguo Lucifer (Luzbel, «portador de luz») se transformó en Satanás, «el adversario». La causa de la caída fue dejar de reconocer el trono de Dios pretendiendo ocupar el suyo propio siendo él mismo objeto de adoración. La palabra de Dios le juzgó así: Descendió al Seol tu soberbia, y ya no se oye el estruendo de tus salterios… ¡Cómo caíste de los Cielos, oh Lucero de la mañana! Tú, que das órdenes a todas las naciones, fuiste abatido a la Tierra. Tú, que a causa del acto traidor, dijiste dentro de ti: Subiré a los Cielos, junto a las estrellas de Dios haré levantar mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea, subiré sobre las altas nubes, en el flanco norte, y me haré semejante a Elyon (Isaías 14:11-14 IV Edición BTX).
Lucifer estaba vestido de música: Los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación (Ezequiel 28:13). Y recordemos que es un falsificador, ladrón y mentiroso que pretendió la adoración del mismo Mesías ofreciéndole los reinos del mundo (Lucas 4:5-8).
La verdadera adoración y alabanza es jubilosa, con múltiples instrumentos musicales, pero también puede ser corrompida en idolatría.