No glorificaron a Dios – Nimrod en Babel (2)
Y Cus engendró a Nimrod, primer prepotente en la tierra. Este era intrépido cazador enfrentado a Adonai Elohim. Por esto se dice: Como Nimrod, intrépido cazador enfrentado a Adonai. El principio de su reinado fue Babilonia, Erec, Acad y Calne, en tierra de Sinar (Génesis 10:8-10 BTX IV Edición).
Nimrod no glorificó a Dios, ni le dio gracias por las nuevas condiciones de vida establecidas después del juicio diluviano, sino que se ensoberbeció oponiéndose abiertamente a la voluntad expresa de Dios de extenderse por toda la tierra. La Biblia enseña con claridad que Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Por lo tanto, el proyecto de Nimrod, enfrentado con prepotencia a Elohim Adonai, no tenía futuro, contaba con la oposición del consejo celestial; a pesar de lo cual consiguió un fuerte apoyo, la unanimidad de buena parte de sus contemporáneos. Se generó unidad que les dio impulso y fortaleza para llevar a cabo el sueño de un gobierno mundial emancipado del Creador. La soberbia humana tiene esa capacidad: unificar en torno a un pensamiento, un proyecto o una ideología a toda una generación y sus múltiples naciones para desarrollar su plan de dominio universal. En estos momentos lo estamos viendo ante nuestros ojos usando la supuesta pandemia del coronavirus.
El modelo que se inició en la llanura de Sinar, liderado por Nimrod, se exportó a todas las naciones una vez fueron esparcidos por toda la tierra. Una y otra vez el hombre ha intentado llevarlo a cabo mediante los múltiples imperios que se han levantado a lo largo de la historia. Lo han conseguido en parte y durante un tiempo. Pero en nuestros días asistimos estupefactos ante el intento de establecer un Nuevo Orden Mundial sobre los casi ocho mil millones de habitantes, con sus naciones, que llenan la tierra. El sueño de Nimrod se ha quedado pequeño para las élites mundialistas que pretenden conseguirlo al final de los tiempos. La perversión que anida en el interior de semejante impulso procede del padre de la mentira, llamado el príncipe de la potestad del aire, que opera en los hijos de desobediencia, en connivencia con los hijos de ira y desobediencia.
Nimrod era intrépido cazador y se enfrentó a Dios mismo cegado por el brillo babilónico de dominar el mundo. Parecía una locura, como lo parece hoy, pero la fuerza de los pensamientos humanos enraizados en poderes de las tinieblas tiene ese potencial. La soberbia humana no tiene límites. La Escritura nos da algunos de los argumentos que tuvieron lugar en el consejo celestial, leamos: El pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer… Descendamos, y confundamos… (Génesis 11:6).
La soberbia humana confunde al hombre en su loca ingratitud.