277 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEventos principales (I) – El Rey que viene (2) – Hijo de David

He aquí vienen días, dice YHVH, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y éste será su nombre con el cual le llamarán: YHVH, justicia nuestra (Jeremías 23:5,6)

Hijo de David

La Escritura identifica a un heredero de David como el futuro Rey que ha de venir, y lo hace de forma reiterada. Fue prometido mediante un pacto. Yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino (2 Sam. 7:12,13). El propio David lo confirmó por el Espíritu poco antes de morir: El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres (2 Sam.23:3). Y él mismo sabía que su identidad le superaría, porque conocía las limitaciones de su propia familia. No es así mi casa para con Dios; sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo (2 Sam.23:5). Y en uno de sus salmos escribió sobre él llamándole Señor, reconociendo así la superioridad de aquel que no vería corrupción (Sal.110:1) (Hch.13:36,37).

En su primera aparición el heredero de David fue confrontado por los fariseos y escribas en múltiples ocasiones acerca de su identidad. El Maestro los encaró con el argumento que el Mesías es hijo de David y él mismo le llama Señor; no supieron qué responder (Mt.22:41-46). El profeta Isaías reitera que saldrá una vara del trono de Isaí (padre de David), y un vástago retoñará de sus raíces. Sobre él reposará el Espíritu de YHVH en plenitud (Is.11:1,2).

Juan el Bautista dijo de él que bautizaría en Espíritu Santo y fuego (Mt.3:11). El mismo apóstol Pablo lo reconoce como hijo de David (Rom.1:3); y recoge el testimonio del profeta Isaías confirmando que la raíz de Isaí se levantará para regir las naciones (Rom.15:12). El apóstol Juan cita el testimonio de uno de los ancianos ante el trono de Dios, identificando al que puede abrir los sellos como el León de la tribu de Judá, la raíz de David (Apc.5:5). Y el mismo Señor dice de sí mismo al final del libro: Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana (Apc.22:16).

No hay duda. Está plenamente documentado. El Rey que ha de venir es hijo de Abraham y de David (Mt.1:1); confirmado mediante pacto. Hice pacto con mi escogido; juré a David mi siervo, diciendo: para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones… el más excelso de los reyes de la tierra (Sal. 89:3,4,27,28,29,34-36). Y se confirma, una vez más en el libro de Salmos: En verdad juró YHVH a David, y no se retractará de ello: de tu descendencia pondré sobre su trono… para siempre (Sal.132:11,12).

Una y otra vez vemos al Mesías aclamado en los evangelios como el Hijo de David; invocado para recibir auxilio y la manifestación de su servicio a las multitudes (Mt.9:27; 15:22; 20:30,31; 21:9). Las autoridades se indignaron cuando el pueblo identificó a Yeshúa con el Hijo de David, siendo conscientes de sus implicaciones mesiánicas (Mt.21:15,16). Pero un día, no muy lejano, Israel lo reconocerá y dirá: Bendito el que viene en el nombre del Señor (Mt.23:39). O como dice el profeta Jeremías en nuestro texto de base: En sus días [los de la venida del Rey] será salvo Judá, e Israel habitará confiado.

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