49 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (10)

Tiempos finales revisadaTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (10)

¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad (Hebreos 2:3,4)

La carta a los Hebreos es una advertencia a no volver atrás. La historia antigua de Israel es un ejemplo claro de que podemos ser redimidos, escogidos con un propósito, y perder en su desarrollo el contenido esencial del plan de Dios. Una y otra vez el pueblo se alejaba del camino, los profetas eran enviados para que regresaran, a veces los oían y otras muchas eran maltratados y despreciados. ¿Por qué creemos que en la iglesia es diferente? La historia nos demuestra que hemos cometido los mismos errores; precisamente el apóstol de los gentiles nos advierte que estas cosas están escritas como ejemplo para nosotros, y para amonestarnos y reconducirnos (1 Corintios 10:6,11). El autor de la carta a los Hebreos nos exhorta que podemos descuidar nuestra salvación, ¿cómo? mediante incredulidad y desobediencia, por volver una y otra vez a los rudimentos de la doctrina en lugar de avanzar y madurar ejercitándonos en el discernimiento del bien y del mal; por abandonar la fe inicial y mezclarla con cualquier tipo de religiosidad suplantadora. Volver al origen es regresar a la necesidad de ser llenos del Espíritu, guiados por el Espíritu, obedecerle y seguirle más que a las estructuras eclesiásticas. A lo largo de nuestra historia hemos hecho exactamente lo opuesto. Descuidar la salvación incluye no tener en cuenta que Dios ha dado testimonio mediante señales, prodigios y diversos milagros y estos nunca han cesado en su perfecta voluntad; (si no los experimentamos es en gran medida por causa de incredulidad y argumentos altivos); incluyendo repartimientos del Espíritu que siguen siendo la voluntad de Dios para su pueblo. Todo ello y mucho más es descuidar nuestra salvación. Quienes argumentan su cesacionismo están negando la voluntad de Dios. Él no cambia, ni hay sombra de variación en Él. La promesa es para todos cuantos el Señor llamaré aunque ciertas teologías hayan negado la obra de Dios y se hayan opuesto a que el pueblo busque nuevas llenuras y repartimientos del Espíritu según su voluntad. Todo el libro de los Hechos de los Apóstoles es el acompañamiento del Señor, mediante su Espíritu, en el avance del evangelio del reino en la tierra, y esto no ha cesado, ni siquiera en los tiempos finales que vivimos. Hoy también Dios testifica mediante señales, milagros y repartimientos del Espíritu a pesar de las falsificaciones que no pueden invalidar la verdad.

         No debemos descuidar la salvación impidiendo la llenura del Espíritu.

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