HOMBRES IMPÍOS (32) – Hipócritas (1)

Hombres impíosHOMBRES IMPÍOS – Hipócritas (1)

En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía (Lucas 12:1)

La impiedad y la hipocresía son sinónimos en la Escritura. El juicio sobre los hipócritas es muy duro en la enseñanza bíblica, aunque a nosotros nos parezca hoy que solamente tiene que ver con doblez de corazón, algo de lo que la mayoría participa siendo habitual y aceptable en nuestra sociedad. La palabra proviene del griego hupokrisis, que originalmente significa dar una respuesta. En la concepción griega se trata de un intérprete de sueños, un orador, un recitador de poesía o un actor. Tiene la connotación negativa de simulación, duplicidad o falsedad. En la Biblia predomina el sentido negativo del término. En las versiones tradicionales del Antiguo Testamento usaban «hipócrita» en pasajes donde las traducciones posteriores dicen «impío» o «falso» (Job 8:13; 15:34,35; 17:8; Isaías 9:17; 33:14).

La palabra hebrea que a menudo se traduce por hipócrita se refiere a contaminación o corrupción. En el Nuevo Testamento se destaca la hipocresía en el sentido más limitado de representar un papel. Jesús llama hipócritas a los fariseos por la contradicción que había entre sus acciones externas y las actitudes internas. Los líderes religiosos no practicaban lo que predicaban. En varias ocasiones los escritores nuevo testamentarios señalan que la sinceridad (sin hipocresía) debía ser una característica de los cristianos (Romanos 12:9). La fe no fingida (1 Timoteo 1:5) (2 Timoteo 1:5). También la sabiduría de lo alto es sin incertidumbre ni hipocresía (Santiago 3:17).

Veremos en las próximas meditaciones algunos de los pasajes en los que aparece la hipocresía como una actitud reprobable y que recibe el juicio del Maestro de forma contundente. La hipocresía viene a ser sinónimo de maldad e impiedad. El siervo malo dice en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes (Mateo 24:48-51). En este texto encontramos la hipocresía unida a la condenación eterna, por tanto, estamos hablando de algo muy serio. En nuestro pasaje la hipocresía está unida con la levadura de falsas enseñanzas farisaicas que contaminan a muchos. Le ocurrió al mismo apóstol Pedro y tuvo que ser reprendido por Pablo (Gálatas 2:13).

         La hipocresía es contagiosa. Puede infectarnos momentáneamente como un virus, pero una naturaleza hipócrita conduce a la condenación de los impíos.

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