12 – LA REDENCIÓN – Justificados por la fe (I)

La locura de la cruzJustificados por la fe (I)

Para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús… Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley  (Romanos 3:26,27 LBLA)

Pablo comienza su carta a los romanos diciendo que, en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Rom. 1:17). Ser justificados por fe está en oposición abierta al intento del hombre por participar en la salvación. Desde el principio Adán quiso hacerlo, una vez caído en pecado, se construyó un vestido de hojas de higuera para cubrirse del temor y la vergüenza que sentía por haberse rebelado contra el Dios que le había dado todo. Sin embargo, Dios les cubrió con un vestido de piel, resultado de una ofrenda, un sacrificio, derramamiento de sangre.

El intento del hombre cuando cae en la cuenta de que ha cometido un error y un error grave, es tratar de minimizar los efectos de su acción. La culpabilidad resultante de nuestros errores impulsa nuestra voluntad tratando de mitigar en lo posible el daño realizado. Sin embargo, Dios no permite la intervención humana en la obra que puede satisfacer su justicia. Una vez que el elemento humano, por tanto caído y pecaminoso, entra en acción, la obra pierde su eficacia y la rebaja, es insuficiente para satisfacer la santidad de Dios.

Dijimos que la salvación es obra de Dios de principio a fin. Para demostrar en este tiempo su justicia. El nivel de justicia de Dios es inmensamente superior a la justicia humana, como los cielos son más altos que la tierra. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, declara el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos (Isaías 55:8,9). Pablo dice luego: A fin de que El sea justo.

Dios no tendrá por inocente al culpable. Su reino es un reino de justicia. Para que Dios sea justo, y pueda justificar al culpable, no puede rebajar sus exigencias, y éstas solo pueden ser satisfechas por la sangre del justo, el Cordero de Dios que fue inmolado. Nadie puede tocar esta salvación. Las obras humanas y religiosas contaminan la obra y la hacen ineficaz, no sirve. Se justifica al que tiene la fe en Jesús, el autor de la salvación de ellos. Las obras de la ley son insuficientes, los sistemas religiosos no bastan, la fe en Jesús debe levantarse y mirarle colgado en la cruz, como la serpiente fue levantada en el desierto, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna.

         La justificación por la fe le da la gloria al que nos salvó.

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