Los profetas de Israel (LXXI) – Jeremías (9)
He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios. Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos (Jeremías 32:37-39)
El ejército babilónico del rey Nabucodonosor tenía sitiada la ciudad de Jerusalén; el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel, en casa del rey de Judá, por haber anunciado que la ciudad sería entregada en manos del enemigo por palabra de YHVH. En esas circunstancias llega al profeta un mensaje absolutamente contradictorio con la realidad del momento. Se le pide que compre una heredad en Anatot, y Jeremías comprende que era palabra del Señor y compró la heredad (32:1-9).
Hay momentos en la vida de los profetas de Israel cuando ellos mismos son por señal al pueblo. Este es uno de ellos. En medio de la inminente caída del reino de Judá en manos de sus enemigos se le pide que compre una heredad y haga la escritura correspondiente de compra. Porque vendrá un momento en la historia de la ciudad cuando se volverá a comprar heredades y habitar con seguridad. Ese mensaje tenía un alcance mayor que el regreso del cautiverio babilónico, cumplido setenta años más tarde.
Las circunstancias que rodean el mensaje anuncia un tiempo cuando Israel volverá de todas las naciones y lo hará a este mismo lugar, es decir, la tierra de Israel, a Jerusalén, Judea y Samaria, para habitar con seguridad, ser pueblo de Dios, recibir un nuevo corazón ―apelación al nuevo pacto mencionado con anterioridad―, y un camino para andar en la voluntad de Dios perpetuamente siendo bendecidos ellos y sus hijos.
Todo ello no tuvo su cumplimiento en los días del regreso con Zorobabel, Esdras y Nehemías. El alcance de esta profecía es mucho mayor. Vendrán de todas las naciones a su tierra después de una diáspora de dieciocho siglos; lo harán regresando al mismo lugar de donde fueron expulsados por la dureza de sus corazones, pero recogidos de nuevo por el amor eterno de Dios por su pueblo.
Ese suceso tuvo su inicio el 14 de mayo de 1948, cuando el Estado de Israel rebrotó de nuevo en su tierra. Sin embargo, eso no es todo. Ha comenzado el tiempo de la restauración de todas las cosas anunciadas por los profetas. Aún Israel no vive seguro en su tierra; ni siquiera ha recuperado toda la heredad; hay una lucha mundial por este cumplimiento. Pero está anunciado y se cumplirá. Oremos.
El regreso de Israel a su tierra ha comenzado. Las primicias de quienes han vuelto a su Dios también. La restauración está en marcha. Oremos.