En Apocalipsis (X) – El milenio (5)
Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos (Apocalipsis 20:9,10)
En poco tiempo toda la tierra será de nuevo un escenario de guerra mundial focalizado sobre la ciudad amada, que no es otra que Jerusalén. El lugar donde ha estado el trono del Rey, que ha reinado por mil años sobre las naciones de la tierra, se volverá el epicentro de la batalla.
La rabiosa maldad de Satanás sobre Jerusalén y los santos de Dios es de tal magnitud que en cuanto percibe nuevamente su capacidad de maniobra se revuelve contra el centro del reino de Dios: Sion. Lo hizo antes del milenio, previamente a la segunda venida del Mesías, y lo vuelve a hacer ahora, después que los mil años han concluido y ha sido liberado por un poco de tiempo de su prisión. Su naturaleza es infernal. No tiene capacidad de recuperación. Los ángeles que cayeron con él, una parte de ellos, fueron arrojados al infierno, a prisiones de oscuridad, reservados para el juicio (2 Pedro 2:4).
A Satanás se le permite salir de aquel lugar una vez cumplidos los mil años. Hay una diferencia aquí. Satanás fue echado al abismo, de donde pudo salir después. Una parte de los ángeles fueron echados al infierno, a prisiones de oscuridad, de donde no han podido salir nunca, sino que están reservados para el día del juicio. Ahora, después que el diablo fue desatado nuevamente y puso rumbo a Jerusalén con el fin de destruirla con un ejército tan numeroso como la arena del mar (20:8), su final se precipitó. Fue lanzado al lago de fuego y azufre –el infierno− donde ya estaban la bestia y el falso profeta. En ese lugar serán atormentados día y noche por la eternidad. Y lo serán juntamente con todos aquellos que no se hallaron inscritos en el libro de la vida (Apc.20:15). Esta es la muerte segunda (20:14).
Allí están los cobardes, incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos, esta es la muerte segunda (21:8). La ira de Dios se habrá consumado y todos cuantos se opusieron a Él siendo parte de la estrategia engañosa del diablo compartirán destino. Finalmente el padre de la mentira arrastrará a una multitud con él al infierno de fuego. Tal es la fuerza de la mentira. Pero Jesús, el Mesías-Rey, es la verdad que nos libera de su poder. Hoy es día de salvación. La puerta está aún abierta. Luego será tarde. Entra.
El final del Milenio liberará al diablo del abismo para la última batalla. Luego el fin. Lago de fuego o reino eterno. Aún puedes elegir al Mesías-Rey.