LAS CARTAS – Enseñanza apostólica (9)
Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús (1 Tes. 5:16-18).
Hace décadas que se han puesto de moda los libros de autoayuda. Han brotado las terapias de todo tipo como setas en un campo lluvioso. Incluso tenemos coaching (entrenadores o animadores) que nos alientan a seguir adelante afrontando los desafíos de la vida con estímulo. Todo ello envuelto en grandes palabras sobre lo que seremos capaces de hacer, porque nosotros podemos y lo valemos. Seguramente estas técnicas ayudarán a cierto tipo de personas, pero no dejan de ser un sucedáneo de los principios eternos del reino de Dios.
El apóstol Pablo, un buen «coaching» donde los haya, nos da en la serie de textos de esta carta una buena dosis de estímulos para afrontar los desafíos de la vida con determinación. Nos habla de la «terapia» del gozo, estad siempre gozosos. Que mantengamos una vida intensa de oración, adaptada a nuestro diario vivir. Orad sin cesar. Nos insta a no apagar el Espíritu, la fuente verdadera del poder de Dios para superar nuestras limitaciones y miedos. Que no menospreciemos las profecías, porque contienen el potencial de vida de Dios para nuestra edificación, exhortación y consolación. Además nos anima a ser de mente abierta, despiertos, y sin temor a examinar cualquier cosa reteniendo lo bueno. Y culmina este mensaje «motivacional» con estas palabras: Absteneos de toda especie de mal.
Por supuesto, he dejado el texto sobre el tema que estamos tratando para verlo un poco más detenidamente. En medio de sus consejos divinos ha incluido este: Dad gracias en todo; y debemos hacerlo porque esa es la voluntad de Dios. ¡Cuántas veces estamos preocupados por conocer la voluntad del Señor para nuestras vidas! Aquí tenemos varias exposiciones de ella, y especialmente la de ser agradecidos. La gratitud es un valor del reino de Dios. Dios quiere que seamos agradecidos.
Nada hemos traído y nada nos llevaremos, todo lo hemos recibido, por tanto, estamos en deuda continua de gratitud con el Dador de todas las cosas. En deuda con nuestros padres y tantas otras personas que han hecho posible el desarrollo de nuestro proyecto de vida. Especialmente los que nos han inspirado en el camino de la verdad y la justicia. ¡Cuántos motivos para estar agradecidos! Sin embargo, luchamos una y otra vez con la queja y murmuración. Ponemos el acento en lo que no tenemos olvidando en todo aquello que no apreciamos porque lo hemos dado por sentado. Mal hecho. Muy mal. Volvamos a la exhortación del apóstol y vivamos con gratitud a Dios, en primer lugar, como Fuente de todas nuestras alegrías y dones. Él es digno de nuestra adoración.
Mantengamos la gratitud de corazón en medio del quehacer diario.