GRATITUD Y ALABANZA (54) – No glorificaron a Dios – Nínive

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios – Ciudades ejemplarizantes – Nínive

Ponte en marcha, ve a Nínive, aquella gran ciudad, y clama contra ella. Porque la noticia de su maldad ha llegado hasta mí (Jonás 1:2 RV2020).

La historia del hombre es también la historia de sus ciudades. Antes de la era moderna con la creación de las naciones estado, las ciudades eran los núcleos de población donde se concentraba el comportamiento humano en sus múltiples manifestaciones. El carácter de una ciudad es la suma de la mayoría de sus habitantes. Algunas personas, especialmente las autoridades, reflejan su carácter sobre la naturaleza de las ciudades que construyen o habitan. Ese fue el caso de la ciudad de Nínive, edificada por Nimrod (Génesis 10:9-11). Esta ciudad llegó a ser capital del antiguo imperio Asirio, cuyo dominio se extendió por la antigua Mesopotamia durante varios siglos.

Los historiadores coinciden en señalar la crueldad que caracterizó a Nínive en sus múltiples conquistas. El libro del profeta Jonás nos narra el proceso de cómo Dios lo llamó para ir a esta populosa ciudad de la antigüedad porque su maldad había subido hasta el trono celestial y se acordó en el consejo divino darle la oportunidad de reconducir su comportamiento evitando así el juicio acordado en caso de no arrepentirse. El mensaje del profeta fue claro: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida (Jonás 3:4). El impacto que tuvo esta proclamación sobre aquella generación penetró hasta lo más profundo de la ciudad, de tal forma que el mensaje llegó hasta el rey de Nínive, que en señal de arrepentimiento se vistió de cilicio, se sentó sobre ceniza, proclamando un ayuno para toda la ciudad, incluidos los animales.

Aquí encontramos la trascendencia del comportamiento de las autoridades y gobernantes (en este caso el rey) de una ciudad sobre su historia. El rey invitó a su pueblo a clamar a Dios fuertemente; convertirse cada uno de su mal camino, de la rapiña de sus manos, porque ¿quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, apartando el ardor de su ira para no perecer? (3:8,9). Este arrepentimiento de toda una ciudad llegó al mismo trono de la gracia cambiando el anuncio emitido sobre ella. El juicio fue retenido y aplazado. Pasaron alrededor de ciento cincuenta años antes que una nueva generación de ninivitas consumaran su pecado, olvidando la gracia recibida con anterioridad, ignorando su propia historia y exponiendo esta populosa ciudad al juicio inexorable que nos narra otro profeta de Israel, Nahúm. ¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña, sin apartarse del pillaje!… maestra de hechizos, que seduce a las naciones… y a los pueblos con sus hechizos… Nínive es asolada… No hay medicina… tu herida es incurable (Nahúm 3:1,4,7,19). Una misma ciudad con dos realidades distintas.

         La ciudad de Nínive nos enseña a no olvidar episodios reparadores.

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