292 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEventos principales (III) – Restauración de Israel (2) – Consolación

Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice YHVH; porque desechada te llamaron, diciendo: Ésta es Sion, de la que nadie se acuerda… He aquí yo hago volver los cautivos de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia, y la ciudad será edificada sobre su colina, y el templo será asentado sobre su forma. Y saldrá de ellos acción de gracias, y voz de nación que está en regocijo (Jeremías 30:17-19) Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de YHVH por todos sus pecados (Isaías 40:1,2)

Restauración y consolación en su tierra.

Israel ha vivido entre las naciones sin encontrar reposo en ninguna de ellas, aunque ciertamente se ha establecido en muchas sociedades, arraigando profundamente, incluso en algunos casos, siendo asimilada por la cultura de la nación de acogida. Sin embargo, la historia enseña que una y otra vez han vuelto las persecuciones, los pogromos, las expulsiones, hasta llegar a la ignominia del holocausto nazi.

Cuando surgió el movimiento sionista a finales del siglo XIX, en alguno de sus primeros congresos se barajó la opción de establecer el Estado judío en el territorio de Uganda en África, finalmente fue rechazada.

Los profetas de Israel vinculan su restauración y consolación con la tierra prometida a sus padres por el Eterno. Así ocurrió finalmente el 14 de mayo de 1948. No sin grandes aflicciones y oposición, y una lucha feroz de las naciones vecinas para erradicar al nuevo Estado. Pero Israel «renació» nuevamente en medio de «gran tribulación».

Antes de seguir, dejemos claro un argumento bíblico inapelable: Lo que nace de Dios es precedido siempre por gran oposición. Se abre camino en medio de grandes pruebas y sufrimientos hasta que se establece lo que ha salido de la boca de Dios. Los ejemplos son innumerables. Sin embargo, en gran parte de la iglesia se enseña, desde hace tiempo, que antes del gran día de su venida la iglesia será arrebatada para no padecer la «gran tribulación». La realidad dice lo contrario. Asistimos hoy a la peor persecución de los hijos de Dios en muchas naciones. Multitudes son masacradas impunemente ante la indiferencia de la sociedad de naciones. En los países donde hay supuesta libertad se limita cada vez más la expresión abierta de la fe. Los principios y valores judeocristianos son perseguidos con leyes contrarias, resistidos y rechazados por intolerantes para ser llevados al ostracismo y el rechazo. Solo quienes aceptan rendirse o acomodarse al estilo de vida relativista y hedonista encuentran acogida. Pero el evangelio siempre ha sido anunciado y recibido en medio de gran oposición. Israel y la iglesia viva de Dios siempre encuentran la feroz resistencia de quienes se oponen a su avance, que no es otro que la voluntad de Dios en la tierra.

Dicho esto, veamos el mensaje de los profetas en cuanto a la restauración y consolación de Israel en su tierra. Primeramente debemos notar que el pecado siempre es juzgado por el Dios Santo, especialmente con el pueblo del pacto y las promesas cuando se aleja de ellas. Por eso Isaías anuncia un tiempo cuando su pecado es perdonado, recibiendo la consolación de Dios. Jeremías notifica sanidad de sus heridas para el pueblo que había sido desechado por las naciones; el Señor hace volver a sus cautivos a su tierra, tiene misericordia de ellos, edifica la ciudad de Jerusalén, el templo es asentado según su forma, y el resultado es acción de gracias y regocijo.

La restauración de Israel incluye el perdón de sus pecados (Is.27:9). El Señor, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo (Joel 2:17,18) (Is.25:8). Israel se levantará después de caer; aunque moró en tinieblas, el Señor será su luz, ha juzgado su causa (Miq.7:8,9). Echará sus pecados a lo profundo del mar (Miq.7:19). La soledad de Israel entre las naciones llegará a su fin, junto con el antisemitismo (Is.40:1). Es la niña de sus ojos (Zac.2:8). El Señor tiene celo por Sion (Zac.1:14,15; 8:2). YHVH ha consolado a su pueblo. Nunca me olvidaré de ti (Is.49:13-15) (Is.40:1). Tiene a Sion esculpida en las palmas de sus manos (Is.49:15,16). Ciertamente consolará YHVH a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de YHVH; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto (Isaías 51:3).

Y en su restauración está también incluida la congregación de los redimidos de todas las naciones que han sido injertados en los pactos y las promesas hechas a los padres mediante el evangelio. Vendrán con gritos de gozo, correrán al bien de YHVH, al pan, al vino, al aceite, no tendrán dolor, la virgen se alegrará en la danza, cambiará su lloro en gozo, los consolaré y los alegraré (Jer.31:12,13).

Asistimos al inicio de esta realidad anunciada por los profetas. Israel está en su tierra. El conflicto es grande. Las amenazas de destrucción son evidentes. La tensión mundial gira en torno a este conflicto. Pero Israel ha florecido. El desierto ha respondido a los hijos de la tierra que reciben la bendición de Adonai. El Señor guardará a su pueblo (Sal.121). La Eklessia universal comparte este destino. Padecimientos y glorias. Aflicción y triunfo.

Hagamos memoria. Los hijos de Israel buscarán a YHVH su Dios, y a David su rey, −figura del Mesías−, y temerán a YHVH y a su bondad en el fin de los días (Oseas 3:5). El Señor curará la herida de su pueblo. Él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. Y conoceremos y proseguiremos en conocer a YHVH (Os.6:1-3). Cuando Israel era muchacho fue amado por su Dios (Oseas 11:1). Los atrajo con cuerdas de amor (Os.11:4). Sanará su rebelión, y los amará de pura gracia. Volverán y se sentarán bajo su sombra; serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid (Oseas 14:4-9). Y no debemos olvidar la profecía de Ezequiel en su capítulo 37, donde se menciona el valle de los huesos, secos en gran manera, que reciben tendones, carne y piel; para luego recibir el espíritu y levantarse como un poderoso ejército. Todo ello después de ser sacados de sus sepulturas donde muchos han querido enterrarlos, pero el Señor los trae a la tierra de sus padres (37:12). Y allí sabrán que yo soy YHVH (37:13). Los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel (37:21,22).

No sería en Uganda o en cualquier otro lugar, sino en la tierra dada a Abraham y su descendencia para siempre. La palabra de Dios se cumple. Y se cumplirá en todo aquello que falta por materializarse. Será en medio de gran tribulación. Con la oposición de las naciones que se oponen a la revelación escrita. Pero llegará el día cuando Israel dormirá seguro. Haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra el arco y espada y guerra, y te haré dormir segura (Oseas 2:18). Es el reino mesiánico de paz anunciado. Y añade el profeta: Y te desposaré conmigo para siempre… En aquel tiempo responderé, dice YHVH, yo responderé  a los cielos, y ellos responderán a la tierra; y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite (Oseas 2:21-23).

La tierra responde a sus legítimos herederos. Servirán a YHVH su Dios y a David su rey, volverá, descansará, vivirá tranquilo y no habrá quien le espante (Jer.30:8-10). Como dice el profeta Ezequiel: Yo mismo iré a buscar mis ovejas… las apacentaré en Israel… levantaré un pastor, mi siervo David… y estableceré con ellos pacto de paz…  habitarán con seguridad… quitaré las fieras… y no serán avergonzadas… (Ez.34:11,13,23-25,27-30).

Los días de restauración y consolación para Israel han llegado en su tierra. Preguntarán por el camino de Sion. El Señor traerá a Israel a su morada. La maldad de Israel será buscada y no aparecerá; y los pecados de Judá, y no se hallarán; porque perdonaré a los que yo hubiere dejado (Jeremías 50:5,19,20). Como dijo el apóstol Pedro, tenemos la palabra profética más segura, a la cual debemos estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones (2 Pedro 1:19). Y el pueblo que lo cree diga: ¡AMÉN!

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