6 – LA LUCHA INTERIOR – A Jacob amé mas a Esaú aborrecí

Lucha interiorA Jacob amé mas a Esaú aborrecí

Tal como está escrito: A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí  (Romanos 9:13).

Esaú es un tipo o figura de la naturaleza carnal. En la Biblia uno de sus descendientes, Amalec, encarna la naturaleza pecaminosa y carnal en oposición a Dios y su pueblo. Después de Isaac, —el hijo de la promesa—, tenemos un desdoblamiento en dos hijos más, el mayor, Esaú, tipo como decimos de la naturaleza opuesta a Dios, menospreciador de los dones de Dios; y por otro lado encontramos a Jacob, que en un proceso transformador llega a ser el heredero de las promesas dadas a Abraham.

En todo este proceso vemos la soberanía de Dios actuando en la vida de diversas personas. Una expresión como la del texto que nos ocupa es chocante a la mente natural. El apóstol nos trae aquí las palabras del profeta Malaquías: Profecía de la palabra del Señor a Israel por medio de Malaquías. Yo os he amado —dice el Señor—. Pero vosotros decís: ¿En qué nos has amado? ¿No era Esaú hermano de Jacob? —declara el Señor—. Sin embargo, yo amé a Jacob, y aborrecí a Esaú, e hice de sus montes desolación, y di su heredad a los chacales del desierto. Aunque Edom dice: Hemos sido destruidos, pero volveremos y edificaremos las ruinas, el Señor de los ejércitos dice así: Ellos edificarán, pero yo destruiré. Y los llamarán territorio impío y pueblo contra quien el Señor está indignado para siempre (Malaquías 1:1-4).

Sin hacer una exégesis amplia del texto, podemos ver aquí que la naturaleza de Esaú es resistir la voluntad de Dios, oponerse a ella. El breve libro del profeta Abdías menciona el juicio de Dios sobre Edom, es decir, Esaú, por la violencia que llevó a cabo contra su hermano Jacob (1:10), y porque se alegró el día de su juicio (1:12).

Por su parte Pablo no elude el conflicto planteado ante expresión tan llamativa y lo desarrolla hasta donde es posible. Su argumento es este −y yo no pienso añadir ni quitar nada−: ¿Qué diremos entonces? ¿Qué hay injusticia en Dios? ¡De ninguna manera! Porque El dice a Moisés: Tendré misericordia del que yo tenga  misericordia, y tendré compasión del que yo tenga compasión. Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia… Me dirás entonces: ¿Por qué, pues, todavía reprocha Dios? Porque ¿quién resiste a su voluntad? (Ro.9:14-19). Luego habla de vasos de ira y vasos de misericordia preparados para usos diversos. En el tema que nos ocupa podemos decir: Que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios (1 Corintios 15:50).

         Los que viven según la carne (Esaú) no pueden agradar a Dios.

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