54 – LA LUCHA INTERIOR – La carne actúa sobre el cuerpo para muerte

Lucha interiorLa carne actúa sobre el cuerpo para muerte

Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte  (Romanos 7:5).

¿Qué es el hombre? Un entramado de conflictos internos si atendemos a la enseñanza del apóstol Pablo en la epístola de Romanos capítulo 7. El apóstol se interna en este capítulo en las interioridades del ser para tratar de diseccionar y comprender el conflicto que se lleva a cabo en su interior. Verdaderamente es complejo. Somos complejos. Por mucho que leemos este capítulo nos quedan preguntas sin resolver, pero podemos constatar de manera clara que lo expuesto responde a la verdad de nuestra lucha interior.

Vayamos adentro. Bajemos a las cavidades interiores cual geólogo a las profundidades de la tierra. Las conexiones son múltiples, los caminos diversos y escarpados, pero tratemos de percibir las guías maestras que nos lleven a comprender mejor nuestra propia complejidad para mejorarla. Es evidente que necesitamos el socorro del Espíritu de Dios, pero avancemos paso a paso.

Dice Pablo: mientras estábamos en la carne Es un estado que hemos abandonado, forma parte del pasado, de nuestra vieja y vana manera de vivir y pensar. Viviendo en ese estado se despertaban en nosotros las pasiones pecaminosas mediante la ley que pretendía limitarlas y acotarlas, sin embargo, producían un efecto contrario.

La ley es buena, pero cuando actúa sobre el hombre carnal excita su pasión de tal forma que anhela hacer aún más aquello que se le prohíbe. De ahí que el pecado tenga cierto atractivo morboso para producir deseos que sabemos son contraproducentes. El adulterio es la muerte de la familia, pero ejerce un atractivo tan posesivo que neutraliza la razón, subyuga la voluntad y atrapa los sentimientos en una espiral irrefrenable.

Las pasiones carnales activadas por la oposición de la ley actúan sobre los miembros del cuerpo, que se someten y rinden sin condiciones, produciendo un resultado de muerte previsible. Sin embargo, no podemos, o no tenemos, la capacidad para frenar sus efectos devastadores. Entramos así en la impotencia que nos conduce a la frustración, en unos casos; o a la condenación en otros, bajo el peso de una conciencia atormentada.

Para el hijo de Dios esta lucha es posible ganarla porque existe dentro de su ser una nueva fuente de poder capaz de frenar las pasiones desordenadas. «Nueva criatura es». Una nueva naturaleza con capacidad para levantarse sobre las cenizas del viejo hombre carnal y reinar.

         Hemos muerto y resucitado con Cristo para andar en novedad de vida.

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