GRATITUD Y ALABANZA (111) – Gratitud en el cielo (1)

GRATITUD Y ALABANZA - 1GRATITUD CELESTIAL – Adoración y gratitud en el cielo (1)

Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos… (Apocalipsis 4:9).

Pasemos ahora del comportamiento netamente terrenal, natural y diabólico, a visualizar cual es una de las actitudes predominantes en el cielo. El cielo y la tierra parecen muy lejanos el uno del otro, sin embargo, podemos intercambiarlos en muchas ocasiones con nuestra manera de ser y hacer. Un hogar puede momentáneamente ser un trozo de cielo en la tierra, y en otras ese cielo convertirse en un infierno. Vivimos entre ambas coordenadas y el peso de una u otra se deja sentir en nuestro diario vivir.

Cuando adoramos a Dios sobre la tierra en ocasiones experimentamos la esencia del cielo, una atmósfera celestial que nos envuelve y atrapa de tal forma que nuestro cuerpo parece levitar, perder el peso de la gravedad y elevarse a una dimensión sobrenatural  para la que fuimos creados. Para alabanza de la gloria de su gracia. La nueva creación, —el nuevo hombre—, ha sido diseñada en Cristo para el cielo, recuperando la comunión de vida que perdimos en Adán. Traemos el cielo a la tierra cuando adoramos en Espíritu y verdad. Como dijo el salmista: Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel (Sal.22:3).

La gratitud es celestial. El cielo está lleno de gratitud y alabanza. En Cristo hemos sido creados en justicia y santidad de la verdad para vivir las primicias de los poderes del siglo venidero, ser hechos partícipes del Espíritu Santo y gustar la buena palabra de Dios (Heb.6:5). Todo ello pertenece al nuevo hombre, renacido en Cristo para iniciar una andadura en la tierra que culmina en el cielo. Jesús dijo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Y el apóstol nos recuerda que tal como hemos traído la imagen del hombre terrenal, traeremos también la imagen del celestial (1 Co.15:47-49).

En el cielo vemos a seres vivientes que dan honra, gloria y acción de gracias a Dios; al que está sentado en el trono; por tanto, cuando en la tierra vivimos en gratitud y alabanza estamos alineándonos con el cielo. Podemos unirnos en espíritu con aquella adoración celestial porque ya estamos diseñados para ella. Nuestro espíritu ha sido hecho nuevo para poder acceder ante el trono de la gracia. Tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre (Ef.2:18). Esa dimensión gloriosa ya está presente en el espíritu renacido para poder soltar las cargas terrenales y penetrar a sus moradas eternas durante periodos de tiempo cuando le adoramos y agradecemos por todos sus beneficios. Es el milagro de la nueva vida en Cristo. Haremos un breve recorrido por esa adoración celestial.

         El nuevo hombre ha sido diseñado para unirse a la gratitud celestial.

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