El juicio a la serpiente
Y el Señor Dios dijo a la serpiente… (Génesis 3:14)
Nuestra propia justificación no elude el juicio de Dios. Podemos tener argumentos diversos para justificar nuestras decisiones pero eso no nos evita ser juzgados. Paradójicamente fue la serpiente quién no se justificó. Tampoco vemos que el Señor entablara un diálogo con ella. Dios pasó directamente a emitir el juicio sobre el animal que había sido la «tapadera» para que Satanás introdujera su simiente de rebelión en el hombre. Leamos el juicio que cayó sobre la serpiente: Por cuanto has hecho esto, maldita serás más que todos los animales, y más que todas las bestias del campo; sobre tu vientre andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar.
La serpiente ha venido a ser y tener el carácter de la naturaleza de Satanás: astuta, arrastrada, lengua bífida donde tiene su mayor potencial para hacer daño, venenosa. Pero Dios emitió un juicio sobre ella que iba más allá del animal terrestre. Puso enemistad entre su simiente (el fruto de su naturaleza pecaminosa, el diablo y Satanás, la personalidad del mal), y la simiente de la mujer (el hijo que nacería para derrotar el poder del diablo y redimir a la humanidad caída).
A partir de entonces se desarrolla una enemistad y confrontación entre la naturaleza escondida detrás de la serpiente, −Satanás−, y el hijo que nacería de una mujer para desarrollar el plan de Dios de aplastar su cabeza, aunque él sería herido en el talón.
Satanás ha tenido un especial interés, desde ese momento, en matar niños. El primer hijo que murió fue Abel. Luego encontramos diversos episodios en la Escritura donde hay una verdadera cacería para dar muerte al hijo que habría de nacer y que vencería a la serpiente: La esterilidad inicial de las mujeres de los patriarcas, los hijos de los hebreos en Egipto, los hijos de Judá en días del rey Herodes, el hijo que estaba para nacer en el capítulo 12 de Apocalipsis; y por supuesto, la lucha despiadada de ideologías contrarias a la voluntad de Dios para promulgar leyes abortivas bajo argumentos sutiles del derecho a decidir de las mujeres.
Así está escrito: Entonces el dragón se enfureció contra la mujer, y salió para hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús (Apc.12:17).
El juicio a la serpiente antigua quedó emitido y sería ejecutado a través del hijo de la mujer, el Mesías que habría de venir.