GRATITUD Y ALABANZA (120) – El vestido de lino fino (3) – FIN DE LA SERIE

GRATITUD Y ALABANZA - 1El vestido de lino fino – (3)

Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez (Lucas 16:19).

Vivimos en un mundo atrapado en el engaño y las falsas apariencias. Las imitaciones y falsificaciones están a la orden del día. Los camuflajes son cada vez más sofisticados, por ello, quiero acabar esta serie con una advertencia. Porque hasta la gratitud y un lenguaje agradable pueden esconder la mentira de un vestido de lino con obras de ciudad ramera. Jesús dijo que por sus frutos los conoceréis. Frutos de justicia. Fruto maduro, probado mediante los procesos de maduración naturales: frío, calor, viento, lluvia y sol. Podemos ser engañados y engañarnos a nosotros mismos, como el rico de  nuestro texto.

Observa que este hombre se vestía sus mejores galas, vestidos de lino y púrpura, para hacer banquetes espléndidos en los que invitaba a la flor y nata de la sociedad y, por supuesto, hacer negocio. Esos banquetes son propicios para comprar y vender en medio de orgías de gula, sexo y drogas. También para tomar decisiones políticas que afectan, en nuestros días, al mundo entero. Hoy tenemos el Foro de Davos, el club Bilderberg, el FMI, la OMS, la ONU, la UE y muchos más donde se toman decisiones que imponen a las naciones sin pasar por los parlamentos. Al lado de todos estos foros estaba el mendigo Lázaro, representando a la plebe, el pueblo que consume y paga impuestos, sin apenas posibilidades de llegar a fin de mes, o incluso pienso en las colas del hambre de familias enteras que se acercan a las ONGs para recibir una limosna estatal con la que ahogar la conciencia de los banquetes de esplendidez, como los que se realizaban cada día en casa del rico.

Los ricos de hoy son grandes filántropos que ocultan sus homicidios tras ingentes cantidades de dinero donado a fundaciones que redundan en beneficio propio. Babilonia se viste también de lino fino. ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! (Ap.18:16). El mismo traje de nuestro rico (lino fino y púrpura) mostrando una falsa piedad que niega su eficacia (2 Tim.3:5). El engaño es enorme. La decadencia evidente, escondida tras un velo de lenguaje inclusivo de libertad y democracia. Pero el Señor conoce a los que son suyos y viven vidas de verdadera gratitud y alabanza. Como la mujer virtuosa que se viste también de lino fino y púrpura (Pr.31:22), siendo todas sus obras de verdad. Su familia no pasa hambre y su marido la alaba. Hoy debemos discernir las obras de la mujer que no mancha sus ropas en Babilonia, de aquella que fornica. Hay unas pocas que no manchan sus vestidos; y andarán conmigo… (Ap.3:4).

         Nuestro vestido limpio manifiesta la justicia de nuestras obras.  

Download PDF

Deja un comentario