GRATITUD Y ALABANZA (101) – Idolatría y juicio (3)

GRATITUD Y ALABANZA - 1INGRATITUD – Idolatría y juicio (3)

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad… (Romanos 1:18).

La ira de Dios es la consecuencia de la injusticia de los hombres. Como Padre que disciplina a quien ama —y Dios ama al mundo de tal manera que ha dado a su Hijo para redimirlo— el Señor corrige el pecado del hombre y las generaciones con los juicios que envía a la tierra. La Escritura deja constancia clara de la manifestación de un Dios justo, santo, bueno y misericordioso, amplio en perdonar, pero que no tendrá por inocente al culpable. Precisamente a causa de su justicia y santidad tuvo que sacrificar una víctima inocente, el Cordero de Dios, santo, inocente y apartado del mal, para poder redimir al hombre, salvando su santidad y expresando su justicia castigando en el Justo a los injustos para que podamos acercarnos a Dios. Esta es la mayor revelación de la Escritura: El camino trazado por el cielo para recuperar su creación del dominio del pecado y la muerte que fue usurpado por el Adversario de Dios.

Por tanto, su ira viene a causa de su justicia, —castigando el pecado en el Mesías hijo de José, llevado al matadero, cargando en él el pecado de todos nosotros, y por cuya herida somos nosotros sanados—; para salvar su santidad perdonando al pecador que ahora debe aceptar como suyo el sacrificio hecho por el Mediador en su lugar. El evangelio de Juan deja claro que quien cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida sino que la ira de Dios «permanece» sobre él (Jn.3:36 LBLA). Por ello, una vez que el camino de gracia y salvación ha sido trazado y los hombres no se acogen a él, la ira de Dios dará paso a su justo juicio sobre la naturaleza del mal. Es el mensaje repetitivo de todos los profetas para que Israel vuelva a Dios, dejando sus malos caminos, se arrepientan y vivan. También lo es para nosotros. Fue el mensaje de Juan Bautista; el de Jesús en el inicio de su ministerio público; y el de los apóstoles desde el día de Pentecostés.

El pecado del hombre hace que la injusticia sea la norma en la sociedad en que vivimos y por ella la verdad se detenga. Cuando la verdad ha sido impedida damos lugar a la mentira. Un poder hechicero y seductor engañoso entrará en acción haciendo que creamos la mentira, cualquier mentira por inverosímil que sea, liberando en el mundo de los hombres el gobierno del mal. Esta es la dramática situación del mundo actual. La mentira estructural se ha establecido en las instituciones de tal forma que ha dado paso a ideologías perversas que hunden a los hombres en condenación. Todo este proceso tiene su inicio en la ingratitud que desprecia a Dios por los beneficios recibidos alejándonos de su amor.

         La ira de Dios es justa sobre una sociedad que impide la justicia.

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