La esperanza de Israel – Saulo de Tarso
Así que por esta causa os he llamado para veros y hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena (Hechos 28:20)
La esperanza de Israel, la consolación de Israel (Lucas 2:25) y la redención en Jerusalén (Lucas 2:38) es un mismo episodio en la mente hebrea, formada por el mensaje de los profetas. Se trata en definitiva del advenimiento del reino mesiánico, cuyo trono será establecido en Jerusalén. Esta es la esperanza de Israel a la que se refiere el apóstol Pablo en nuestro pasaje y en Hechos 26:6-8. Por esta esperanza estaba sujeto a cadenas en Roma, viviendo en una casa alquilada donde recibió a los principales de los judíos y con quienes estuvo reunido en diversas ocasiones. Pablo les habló del reino de Dios, la esperanza que ellos mismos abrigaban, aunque los sucesos no estaban teniendo lugar tal y como habían imaginado. La mentalidad hebrea, formada mediante siglos de instrucción sistemática en la expectativa de la redención del pueblo, comenzando con el advenimiento del Mesías-Rey, no comprendió que la redención hubiera tenido lugar mediante la obra expiatoria del Justo en la cruz del Calvario para llevar los pecados del pueblo. Ese mensaje está contenido en el evangelio de Dios que Pablo anunciaba. Es un mensaje que proclama salvación y vida eterna, una dimensión espiritual que al judío le causa tropiezo, teniendo su conciencia educada en un reino y una redención física, cuya historia lo ponía de manifiesto desde los días cuando fueron redimidos de la esclavitud de Egipto. Las fiestas establecidas por el Señor en la ley de Moisés recuerdan la liberación el día de la Pascua, las primicias en la tierra que habían recibido en heredad, y Sucot (fiesta de los Tabernáculos) que recordaba los cuarenta años en el desierto. Todo ello centralizado en un reino en Israel pactado con David, cuyo descendiente heredaría el reino prometido en el pacto. La dimensión espiritual de esta redención no era comprendida por muchos judíos, un velo se levantó en ellos que impedía verlo; sin embargo, los gentiles, que no tenían este bagaje tradicional recibieron la buena nueva de salvación con rapidez por falta de tropiezos teológicos. Ahora bien. De la misma forma ocurrió lo contrario. Poco tiempo después el reino se interpretó solamente en clave espiritual, y la iglesia se alejó de la dimensión física que contiene el reino en Jerusalén mediante el Mesías hijo de David. Hoy es la iglesia la que no ve los aspectos literales del mensaje de los profetas porque ha espiritualizado la esperanza de Israel.
La esperanza de Israel condujo a Pablo a cadenas y prisiones, de la misma forma que la iglesia ha encadenado a Israel por su esperanza del reino.