TIEMPOS FINALES – Engaño masivo (2)
Jesús les dijo: No dejen que nadie los engañe, porque muchos vendrán en mi nombre y afirmarán: Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos… Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente (Mateo 24:4,5,11 NTV)
Una de las cosas que me llama poderosamente la atención de las palabras de Jesús en nuestro texto es que la mentira tiene la capacidad potencial de conseguir sus objetivos. Parece haber una predisposición en el alma humana a ser engañado. No en vano dice el profeta: El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso (Jeremías 17:9 NTV). Una vez más encontramos que la iniquidad y la mentira caminan juntas, establecen la injusticia y levantan un gobierno despótico que tiraniza a las naciones. El apóstol Pablo dice que hay hombres perversos y malos alejados de la fe (2 Tes.3:2). Estas personas, sin temor de Dios en sus corazones, rebeldes y contumaces, con apariencia de piedad pero negando su eficacia, son a menudo los gobernantes que dirigen los destinos de los pueblos llevándolos a su propia destrucción. Por eso nos exhorta el Maestro a que no nos dejemos engañar. En primer lugar del engaño de nuestro propio corazón, para lo cual el evangelio nos impele a arrepentirnos y venir bajo el señorío del Mesías verdadero que gobierne nuestras vidas desde lo hondo de nuestro ser mediante su Espíritu, la nueva vida que brota de la redención del justo redentor. Y una vez librados del vicio de la mentira, —como dice el apóstol a los fieles seguidores de Jesús en la ciudad de Éfeso: desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo (Efesios 4:25) —, estamos en disposición de discernir las obras de cada uno, distinguir las palabras separando lo precioso de lo vil para no ser arrastrados por el error de los inicuos, cayendo de vuestra firmeza (2 Pedro 3:17). Sin embargo, el potencial del engaño seguirá ejerciendo su fascinación y hechizo sobre aquellos que no aman la verdad. Jesús es la verdad; el Espíritu de Dios es la verdad; su palabra es verdad. El salmista David supo verdaderamente lo fácil que puede llegar a ser desplomarse subyugado por los sentidos, doblegado por los deseos de los ojos, para que una sucesión irresistible de pecado neutralizara momentáneamente la verdad de su corazón quedando a merced de la soberbia que se había enseñoreado de él (Salmos 19:12,13). Una vez hizo confesión de sus pecados, inscritos a fuego en las páginas de la Escritura, supo que el Señor ama la verdad en lo íntimo, y en lo secreto del ser nos hace comprender la sabiduría para librarnos de la muerte (Salmos 51:6). El engaño puede ser temporal o eterno. La mentira nos puede vencer momentáneamente o gobernar nuestras vidas hasta el final.
Escapemos de las garras del error viniendo al Mesías Redentor y Rey.