GRATITUD Y ALABANZA (108) – Idolatría y juicio (10)

GRATITUD Y ALABANZA - 1INGRATITUD – Idolatría y juicio (10)

Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen (Romanos 1:28).

La tercera «entrega» tiene como premisa no aprobar tener en cuenta a Dios. Antes de seguir adelante parémonos un momento sobre esta expresión que es realmente llamativa, incluso provocativa o tal vez incomprensible: Dios los entregó. No parece razonable que si es Dios quién entrega a una persona, familia o sociedad al juicio podamos eludirlo. Sin embargo, venimos diciendo que esta es la consecuencia de un comportamiento previo del hombre. Una vez que el corazón se endurece con obstinación idólatra ponemos rumbo al juicio de Dios. Juicio que solo un cambio radical de proceder hará cambiar su resolución. Y esta forma de actuar no solo la vemos en los pueblos gentiles politeístas, sino que la encontramos ampliamente en el pueblo de Dios por toda la Escritura. Veamos un ejemplo.

El salmista lo expone con claridad. Pero mi pueblo no escuchó mi voz; Israel no me obedeció. Por eso los entregué a la dureza de su corazón, para que anduvieran en sus propias intrigas (Sal.81:11,12). En la traducción BTX dice: Los entregué, por tanto, a la obstinación de su corazón, para que anduvieran en sus propios designios. Por tanto, no estamos hablando de un Dios caprichoso que hace diferencia entre pueblos, sino del Dios justo y de pacto. Cuando se trasgreden sus leyes, y todos tenemos responsabilidad en esto, recibimos las consecuencias devastadoras, como lo fueron para Israel y lo serán para las naciones que habiendo recibido los beneficios del evangelio se han apartado de la Fuente de bendición endureciéndose obstinadamente con idolatría insensata, recogiendo así el fruto de lo que han cosechado.

Nuestra sociedad occidental ha sacado a Dios de la escena. Ignora la verdad revelada que ha dado la mayor prosperidad nunca vista en todo un continente. Hemos sido arrogantes, soberbios, desleales, ingratos y concebido todo tipo de estratagemas para eludir los principios judeocristianos que han fundamentado, con todos los matices que queramos, las naciones de Europa. Se inicio especialmente en la revolución francesa del siglo XVIII con el racionalismo y humanismo, derivando al relativismo moral, la revolución sexual del siglo XX y sus derivas en forma de leyes que la han consolidado en el siglo XXI. Cuando el necio dice en su corazón «no hay Dios», hemos puesto el primer peldaño para eludir la sabiduría de la vida que conduce a la paz y la prosperidad de los pueblos. Cuando nuestras leyes se emancipan de quien emana toda autoridad abrimos paso a las mayores injusticias que el hombre es capaz de cometer contra sí mismo.

         Por no tener en cuenta a Dios somos entregados al vacío existencial.

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