La serpiente
Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ¿Con que Dios os ha dicho: «No comeréis de ningún árbol del huerto»? (Génesis 3:1).
Aquel lugar idílico donde Dios había creado y puesto a Adán y Eva tenía una limitación que en forma de ordenanza le fue transmitida al hombre: un árbol que daba entrada al conocimiento del bien y el mal. Por otra parte, ya existía una personalidad creada −con anterioridad al hombre− que podía mutarse o dar expresión a su naturaleza a través del mundo animal. Esta personalidad —iremos viendo en próximas meditaciones su carácter y naturaleza— iba a introducirse solapadamente en Edén a través de la serpiente, y mantener una conversación cargada de astucia con la mujer.
La Escritura muestra que la serpiente antigua, la que aparece en nuestro texto de Génesis, se le llama diablo y Satanás (Apc. 12:9). Una personalidad escondida detrás de un animal como la serpiente para, aprovechando su astucia y mentira, introducir la duda sobre la palabra de Dios. Todo un manual del protocolo que se ha seguido a lo largo de la historia del hombre para conseguir propósitos malignos: esconderse con astucia y mentira para operar en la mente del hombre alejándole de la palabra de Dios. Este proceso sigue siendo la fórmula para introducir en el mundo físico ideas que proceden de otro espiritual. Pablo lo escribió así mucho tiempo después: Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo (2 Co.11:3 RV60).
La serpiente, es decir, la personalidad de Satanás a través de ella, introdujo un argumento en Eva que alteraba la palabra dicha por Dios. ¿Con que Dios os ha dicho: No comeréis de ningún árbol del huerto? Eva argumentó bien que se trataba solo del árbol que estaba en medio del huerto, del resto podían comer. Sin embargo, se estableció un diálogo que daría lugar al extravío de los sentidos de Eva, quedando hechizada y fascinada por el poder persuasivo de la serpiente.
Esta conversación introdujo un elemento tan potente en el razonamiento de Eva que la llevó a desear lo que había sido acotado por voluntad de Dios. Pablo dijo: No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (1 Co.15:33). Volveremos sobre este episodio más adelante, pero ahora nos detendremos en cómo se forjó la rebelión en aquella personalidad que estaba operando detrás de la serpiente, y que más tarde se introduciría en Edén.
Una personalidad rebelde, preexistente, se introdujo en la serpiente para poder actuar en Edén sobre Eva.
Hola Virgilio, bienvenidos, deseando empezar otra vez los estudios, aprendemos y son refrijerio a nuestra alma.
Deseo hayáis pasado unos excelentes días en familia, descansado y renovando fuerzas del Señor, un abrazo para ti y Maria Jesús.