51 – LA LUCHA INTERIOR – Un descuido y Amalec arrasa con todo

Lucha interiorUn descuido y Amalec arrasa con todo

Y aconteció que cuando David y sus hombres llegaron a Siclag al tercer día, los amalecitas habían hecho una incursión en el Neguev y contra Siclag, y habían asolado a Siclag y la habían incendiado; y se llevaron cautivas las mujeres y a todos los que estaban en ella, grandes y pequeños, sin dar muerte a nadie; se los llevaron y siguieron su camino. Cuando llegaron David y sus hombres a la ciudad, he aquí que había sido quemada, y que sus mujeres, sus hijos y sus hijas habían sido llevados cautivos  (1 Samuel 30:1-3).

Estamos en el final del reinado de Saúl y los acontecimientos que darán lugar a un cambio de dinastía en Israel. Se libra la última batalla con los filisteos; Saúl y sus hijos están al frente del ejército. Los augurios son malos. La adivina de Endor ha invocado a Samuel y el mensaje recibido es trágico para la casa de Saúl y el pueblo de Israel. David y los que le siguen viven en la ciudad de Siclag, lejos del alcance de Saúl, y vaga por diversos lugares hasta saber lo que el Señor hará con su vida.

Mientras tanto, las bandas de merodeadores amalecitas quieren sacar provecho de la situación. Aprovechando la ausencia de los varones en el campamento de David —que se encontraban en territorio filisteo dilucidando si irían a la guerra contra el ejército de Saúl; finalmente fue desaconsejado por los príncipes filisteos, y David con los suyos regresaron a  Siclag— lo atacaron y se llevaron todo lo que encontraron, incluyendo las mujeres, los hijos y las hijas de las familias que seguían al hijo de Isaí. El texto es estremecedor: habían asolado Siclag y la habían incendiado; se llevaron cautivas las mujeres y a todos los que estaban… había sido quemada y sus mujeres llevadas cautivas.

Si Amalec y sus bandas de asaltantes son una figura de la vida de la carne, aquí tenemos un cuadro muy gráfico de lo que pueden hacer las obras de la carne en la vida de una familia y un pueblo: asolar, incendiar y llevar en cautiverio. No podemos ignorar el poder destructivo de Amalec. David y los suyos fueron cogidos por sorpresa, estaban ocupados —ciertas ocupaciones desmedidas de los padres pueden provocar la invasión despiadada de asaltantes amalecitas que no perdonarán a la familia—, y al volver se encontraron con el desastre que les había sobrevenido de forma inesperada. Una vez más tenemos a los amalecitas asaltando el bienestar de las familias. Cómo afrontamos esos ataques determinará una buena parte de sus efectos.

         La vida familiar está siendo atacada por bandas de amalecitas para destruirla. Nadie se libra de esos ataques, pero podemos combatirlos.

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