21 – ORANDO CON EL SALMISTA

Orando con el salmista - PortadaPero yo, oh Señor, en ti confío; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis años  (Salmos 31:14,15).

No hay ningún ser humano pisando la tierra que tenemos bajo nuestros pies que no haya experimentado en alguna ocasión el peso de la adversidad, el dolor del rechazo, o la calumnia de quienes buscan su mal. En esos tiempos nos atenaza el temor que pretende paralizarnos. Esa es la atmósfera en la que se está moviendo el salmista en el texto mencionado. Me interesa, y mucho, cómo han reaccionado los hombres de Dios cuando han enfrentado la angustia del olvido y la insignificancia ante sus cercanos. Como un muerto soy olvidado, sin ser recordado, soy semejante a un vaso roto (Salmos 31:12). Ante esa tesitura, nuestro hombre se vuelve a Dios y declara con seguridad: en ti confío, tú eres mi Dios, en tus manos están mis tiempos (años). Esta es la fe que vence al mundo. Hay un tiempo para ser ensalzado y otro para ser desplazado, pero en todos ellos, la fortaleza está en confiar nuestras vidas a la soberanía de Dios.

Padre, tu eres mi Dios, en tus manos están los tiempos para Israel y las naciones, sepan todos ellos que no son sino polvo. Amén.

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