15 – LA CAÍDA – Buscando culpables

La caídaBuscando culpables

Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí  (Génesis 3:12)

Una vez que llegamos a la realidad del pecado cometido la intención inmediata del ser humano es buscar culpables lejos de nosotros mismos, eludir nuestra propia responsabilidad, justificar nuestros propios errores. Todo ello no soluciona el problema, lo sabemos, pero pretende alejar el sentimiento de culpabilidad. Este peso de culpabilidad es tan fuerte que estamos dispuestos a apuntar a otros aunque sepamos, fehacientemente, que no podemos quedar fuera de la responsabilidad. No hay nada nuevo debajo del sol.

Es necesario que entendamos que el intento de buscar culpables forma parte innegable del proceso de la caída. Levantamos las defensas de forma innata. Activamos los mecanismos de supervivencia y autoayuda. El hombre respondió: la mujer que tú me diste por compañera. Aquí encontramos dos eximentes que Adán presenta como respuesta a su responsabilidad. Primero apunta a la mujer, como si él mismo no hubiera participado del acto de rebelión. Pero además, mira hacia Dios mismo como causante del acto por haberle dado la mujer por compañera. Sin embargo, Adán la había recibido, la aceptó cuando Dios se la presentó.

¡Que pronto olvidamos nuestra propia historia cuando se trata de liberarnos de la culpabilidad! ¡Qué prestos estamos para apuntar a las debilidades del prójimo olvidando las nuestras! Jesús nos enseñó sobre el error de hacer énfasis en la paja del ojo ajeno, olvidando la viga que tenemos en el propio. Este comportamiento no se da solo en el hombre, también la mujer hizo lo mismo.

Cuando Dios preguntó a la mujer: ¿Qué es esto que has hecho? Y la mujer respondió: la serpiente me engañó, y yo comí. Todos los argumentos presentados eran parte de la verdad, pero no toda la verdad. Buscar culpables dejando a un lado nuestra responsabilidad no nos justifica ante Dios, ni soluciona el problema. Ese comportamiento se ha perpetuado a lo largo de la historia y llega hasta nuestros días. Sin embargo, Dios nos hace responsables a cada uno de nosotros y cada uno de nosotros daremos cuenta a Dios.

         Podemos culpar a la mujer, al hombre, a Satanás, incluso a Dios mismo, eludiendo nuestra responsabilidad, pero no evitaremos el juicio de Dios y sus consecuencias.      

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