Eventos principales (II) – Desde Sion (9) – Lo que brota de Sion (b)
Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así YHVH el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones (Isaías 61:11) Por cuanto YHVH habrá edificado a Sion y en su gloria será visto; habrá considerado la oración de los desvalidos, y no habrá desechado el ruego de ellos (Salmos 102:16,17)
Lo que brota de Sion (b)
Cuando nos acercamos a la Sion celestial y vemos los frutos que emanan de ella el júbilo y la exaltación predominan. Porque vemos que en Sion se destruirá la cubierta con que están cegados todos los pueblos, el velo que envuelve a todas las naciones (Is.25:7). Ese velo que ha producido desobediencia y su consecuencia fundamental: idolatría. Es la idolatría la que levanta el velo que impide ver la gloria de Dios. Además en el mismo monte se destruirá la muerte para siempre; el Señor enjugará toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo, que en forma de antisemitismo, ha producido dolor y muerte durante generaciones (Is.25:8).
Velo, muerte, lágrimas y afrenta serán quitadas en la venida del Mesías a Sion (1 Co.15:54,55) (Heb.2:14,15) (Apc.7:17 y 21:4).
Una explosión de salvación y alabanza brotará desde Sion. En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro (Is.26:1). Jerusalén será llamada Ciudad de la Verdad, y el monte de YHVH, Monte de Santidad (Zac. 8:1-3). En el levantamiento de la ciudad de Sion, edificada en días del regreso del Mesías-Rey, todos los confines de la tierra se acordarán y se volverán a YHVH; y todas las familias de las naciones (de toda tribu, pueblo, lengua y nación, Apc.5:9) adorarán delante de Él; porque de YHVH es el reino, y él regirá las naciones.
Comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra (tal vez sea esta una reseña a la celebración de las fiestas del Señor en el reino mesiánico); se postrarán delante de él todos los que descienden al polvo (Sal. 22:27-29). Es el mismo mensaje del apóstol Pablo en Filipenses 2:9,10. Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Las Escrituras son un torrente de revelación que apuntan a ese día glorioso cuando Sion es edificada porque el Rey ha venido, y de su trono brotarán los ríos de agua viva. La emanación de sí mismo. La paz y seguridad anheladas por generación y generación inundarán no solo Jerusalén, sino que las naciones serán beneficiadas de ella. Su paz se extenderá como un rio, como aquellos ríos que regaban el paraíso perdido (Is.2:1-4) (Miq.4:1-8) (Gn.2:10-14).
Muchas naciones subirán con alegría a la ciudad de nuestro Dios para ser enseñados y andar en sus caminos. Para celebrar la fiesta de los Tabernáculos (Zac. 14:16). Esas mismas naciones traerán las riquezas a la ciudad cuyas puertas estarán abiertas de continuo (Is.60:11,12). Vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades a Jerusalén para buscar a YHVH, e implorar su favor. Acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros (Zac. 8:20-23). Se repetirá lo que ya hicieron en días de los patriarcas Abraham, Isaac, Jacob, José (Gn. 21:22,23; 26:28; 39:1-6,21,23).
El Señor derramará sobre la casa de David y los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y oración; y reconocerán al traspasado, el Mesías entregado a la muerte, como lo fue José por sus hermanos (Zac.12:10-10). Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad, es decir, habrá salvación para el pueblo de Israel (Rom.11:26), y de allí para todas las naciones. Ese día, dice el profeta, todo aquel que invoque el nombre de YHVH será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho YHVH, y entre el remanente al cual él habrá llamado (Joel 2:32).
En mi santo monte, repite ahora el profeta Ezequiel, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra; allí los aceptaré, y allí demandaré vuestras ofrendas (otra referencia a la edificación del templo de Jerusalén), …y sabréis que yo soy YHVH, cuando haga con vosotros por amor de mi nombre (Ez.20:40-44). Todos los textos que estamos usando en nuestro desarrollo están vinculados al reino mesiánico venidero, cuyas primicias, los poderes del siglo venidero (Heb. 6:4,5) experimentamos mediante el poder del evangelio hoy, y la llenura del Espíritu. Se nos ha concedido las arras de nuestra herencia, el primer fruto de una cosecha de vida y gloria que tendrá su eclosión gloriosa en días del Mesías-Rey.
Hoy, mediante el evangelio, podemos ser iluminados, gustar el don celestial, ser partícipes del Espíritu Santo y gustar la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero (Heb.6:4,5). Además, toda esta eclosión de vida y salvación que será liberada en la manifestación del Mesías en Israel, está vinculada a las oraciones de los desvalidos que habrán sido consideradas, y que el Señor no habrá desechado (Sal.102:16,17). Como enseña del Maestro en el Sermón del Monte: Bienaventurados los pobres en espíritu ―veo aquí una referencia a los desvalidos del salmista―, porque de ellos es el reino de los cielos… Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mt.5:3-6). ¿Cuándo? En el reino mesiánico del que estamos hablando.
La Escritura dice que somos colaboradores de Dios. Que podemos esperar y apresurar la venida del día de Dios (2 Pedro 3:12). Como está escrito: Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha (Is.62:1). La palabra profética vincula el levantamiento y resplandor de Sion con la intercesión de un pueblo que conoce a su Dios y se esfuerza. Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de YHVH, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra (Is. 62:6,7). Es hora de levantar nuestra voz al trono de la gracia a favor de Sion, la ciudad de nuestro Dios, y su venida nos encuentre velando y orando, alejados de la glotonería, embriaguez y los afanes de esta vida, viniendo de repente sobre nosotros aquel día (Lc.21:34). Pero aún más…