LAS CARTAS – Enseñanza apostólica (7)
Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios (2 Corintios 4:15).
Los apóstoles de Jesús, dice Pablo, eran considerados como los últimos, la escoria del mundo; padecían hambre y sed, eran abofeteados y no tenían morada fija. Eran perseguidos y lo soportaban, los difamaban, eran como el desecho de todos (1 Co.4:11-13). Estaban atribulados, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; derribados, pero no destruidos. Vivian siempre entregados a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifestase en ellos (2 Co.4:7-11). Y concluye su exposición con las palabras que tenemos para meditar. Todas estas cosas padecían por amor a los hermanos, para que muchos presentaran sus acciones de gracias para que sobreabundara la gloria de Dios. Gratitud en medio de semejantes experiencias. ¡Cómo nos hemos alejado de la enseñanza apostólica!
Hoy muchos usan títulos ministeriales con gran alarde olvidando la esencia del espíritu apostólico. Queremos emocionar. Nos gusta impresionar y esconder nuestra vanidad detrás de una falsa humildad que emite un reflujo de nuestro propio ego. Es un signo inequívoco de los últimos tiempos: tendrán apariencia de piedad, negando su eficacia (2 Tim.3:5). Pero Pablo está interesado en que muchos presenten sus acciones de gracias a Dios, que abunden las manifestaciones de gratitud que honran al Padre, viendo nuestras buenas obras. Una de ellas en la iglesia de Corinto fue la de expresar su gratitud en forma de una gran ofrenda que estaba llevando a cabo el apóstol en favor de los hermanos de Judea. Esta ministración tenía, además del beneficio de la ayuda a los necesitados, la de glorificar a Dios por la manifestación de la obediencia al evangelio que mostraban también en este asunto (2 Co.9:11-13).
El fundamento de toda buena obra en la vida de los hijos de Dios debe ser siempre buscar la gloria de Dios. Es la enseñanza de Pablo en la carta a los efesios que hemos reseñado en otras meditaciones. Somos escogidos para alabanza de la gloria de su gracia. Lo repite en tres ocasiones (Ef.1:6,12 y 14). Esta verdad la vemos expresada con nitidez en los primeros capítulos del libro de Job. Dios preguntó a Satanás de donde venía, él respondió que de rodear la tierra y andar por ella. Entonces el Señor le recordó si había reparado en la integridad de su siervo Job, su servicio y adoración. Satanás pidió poner a prueba su integridad quitándole la cobertura de bendición y vería si Job mantenía ese estilo de vida. El desafió fue aceptado con el resultado que conocemos.
Job, los apóstoles y la iglesia en Corinto sobreabundaron de gratitud.