267 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn Apocalipsis (VIII) – El milenio (3)

Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Ésta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años (Apocalipsis 20:5,6)

         Según distintos comentaristas bíblicos la primera parte del versículo cinco ha de entenderse como los que han muerto sin Cristo. Debe ser comprendida como un paréntesis (así aparece en la versión NVI). Los otros muertos no volvieron a vivir se refiere a los incrédulos que serán levantados al final del Milenio para comparecer en el juicio del Gran Trono Blanco.

Luego nos encontramos con el tema de la primera resurrección que se refiere al versículo cuatro, aquellos que dieron su vida por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios; los que recibieron autoridad para juzgar porque no habían adorado a la bestia, estos son los que resucitan y reinan con Cristo mil años. La primera resurrección tiene el siguiente orden: Primero Cristo (1 Co. 15:23); luego la resurrección de los que son de Cristo en su venida (1 Tes.4:13-18); después la resurrección de los santos de la tribulación descrita en el versículo cuatro.

Esta primera resurrección tiene una importancia capital puesto que quienes participan de ella no pasarán por la muerte segunda, es decir, la condenación eterna. Este evento glorioso tiene lugar al inicio del Milenio.

Los que vuelven a la vida con Cristo para reinar no pasarán por la muerte eterna o separación final de la gloria de Dios, puesto que ya no pueden morir. Recordemos que la muerte es separación, no aniquilación. Recordemos también que el poder de la muerte es el pecado, por ello, una vez vencido mediante la expiación de Cristo, y resucitados con él, la muerte ya no tiene potestad sobre nosotros. Como está escrito: Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñoreará más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive (Rom.6:8-10).

Nuestro destino está ligado al de Cristo, −nuestra vida−. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro (Rom. 6:11). Unidos a Jesús para morir y vivir. Cuando resucitemos con él la muerte ya no tendrá más poder sobre nosotros. Hemos resucitado para reinar con él. La muerte no podrá enseñorearse y atraparnos (Apc.20:14).

         Ser partícipes de la primera resurrección nos hace inmunes a la segunda muerte; y sacerdotes de Dios para reinar con Cristo mil años.

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